Las camarillas
Las camarillas acostumbran a protegerse entre ellos, solidarizan entre ellos, son cómplices entre ellos, se callan entre ellos: Las nacionales, las regionales y, para no ser menos, las institucionales a lo largo y ancho del depredado territorio patrio.
Estas camarillas pregonan la lealtad, la fidelidad y el "yes-man"; así se estabilizan, entre otras estrategias, con el nunca bien ponderado trabajo en equipo, lo que equivale a constatar que, para la generación de ideas, la lluvia de ideas y la sugerente proactividad, somos equipo, qué duda cabe, pero pobre de ti si llegaras o llegases a disentir, como hemos visto tanto a nivel político como en otros niveles. Entonces apestas y te excluyen de sus cofradías. ¡Qué se las arregle solo, o sola! Y hasta ahí llegó la mentada "solidaridad camarillesca".
¿Quién, acaso, solidariza con el subalterno? Si vemos que ni la madre solidariza con su embrión cuando está en vías de abortarlo y tiene la férrea intención de lograrlo y no sólo por las tres pregonadas causales, que esa es solo la compuerta que se abrirá sin retorno. ¿Eliminar un embrión-feto-hijo, a los días o meses de vida hace alguna diferencia con el hecho de matar un hijo a los veinte o cincuenta años después? Además del tiempo, la diferencia estaría en que si lo matas tú misma, no hay ningún problema: será legal, si te lo mata una guerra, una dictadura, un accidente u otro humano, eso sí que es imperdonable.
Entonces el pataleo no se hace esperar: demandas e indemnizaciones al Estado o a quien corresponda por daños y perjuicios, haciendo sobre explotar los derechos humanos. Y es que el humano crecidito, hediondito y peludito es digno de vivir; los prospectos para abortos no merecen ningún derecho ni reverencias; salvo si les utilizaran para batir cremitas rejuvenecedoras.
Las camarillas elucubran cómo aprobar leyes, sólo porque la gente lo pide; eso es la democracia. Aumentan sus dietas entre ellos y entre gallos y medianoche; se consolidan, respiran y sostienen, incluso la insignificante camarilla casera acredita con ciertos estándares.
Debería ser bastante aconsejable, además del cuento del tío con que nos embolinan la perdiz, releer el lúcido cuento: "El traje nuevo de la emperador(a)" y es que recientito, no más. ¿Estamos descubriendo la pólvora o la rueda? Mientras sus pícaros integrantes nos confeccionan un traje a la medida: y… Raspe… raspe….siga participando, no ve que somos de la agrupación de "Figurones Anónimos".