Aylan Kurdi es un nombre que quedó grabado en la mayoría de las personas que durante la semana pasada conocieron su historia, la que tras dar la vuelta al mundo entero plasmada en una fotografía, puso de manifiesto una conmovedora realidad. Aylan era un niño de tres años que falleció ahogado frente a costas turcas, luego de que la embarcación siria en la que viajaba junto a su familia naufragara.
Esta historia es sólo una de las que durante la última semana han impactado a los espectadores por su crudeza y emocionalidad. Así fue también el caso del niño de dos años que fue encontrado en Arica descalzo, con frío, pediculosis, desnutrido y alimentándose de la leche de una perra y que fue derivado a Sename.
A noticias como las mencionadas se suman otras tantas, producto de negligencias en hospitales o accidentes caseros. Todas ellas llegando con inmediatez a ojos y oídos del resto de las personas.
Sin embargo, si la conmoción ante estos hechos es grande en los adultos, resulta urgente preocuparse de cómo es esto recibido por los niños y niñas, que tal como señalan expertos, carecen del juicio necesario para analizar y digerir este tipo de sucesos.
Ante lo anterior las opiniones son categóricas y llegan a un punto en común: los padres deben ser los responsables y garantes de la salud mental y emocional de sus hijos. Es por esto que se recomienda evitar que los pequeños vean este tipo de noticias y se expongan a hechos que no lograrían comprender.
RESTRINGIR CONTENIDOS
El director de la escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás Concepción, Rodolfo Álvarez Jara, sostuvo que así como no es adecuado que los niños vean hechos de violencia, lo óptimo es que tampoco reciban sin filtro los contenidos de los noticiarios.
"Hay formas que evitar que los niños vean cosas que resulten demasiado impactantes. Si no somos capaces de mostrar adultos muertos o que los están matando -como sucede en las imágenes que llegan de Medio Oriente-, más fuerte es mostrar niños muertos. Si se censuran imágenes de guerra, también se debería censurar un niño muerto en la calle, pero esto no pasa. Considerando esto, los menores no deben estar en presencia de noticias así de impresionantes. Hay formas de evitarlo. Lo que se recomienda es que ellos no vean este tipo de cosas y que los adultos estén atentos", afirmó.
No obstante, la repetición de estas noticias en distintos horarios, además de la masificación a través de Internet, complica la tarea de proteger a los pequeños respecto del consumo de información, en especial cuando los padres no están presentes para restringir determinados contenidos.
Frente a esto, ¿qué hacer? Según indicó Álvarez, el primer paso es hacerse cargo, dándose el tiempo de conversar con los niños y explicar lo que vieron. "Es importante decirles que lo que vieron es una situación anormal, que, por ejemplo, los niños no deberían morirse por ninguna condición, menos todavía externa a ellos; que tienen que ser protegidos", añadió.
"Es muy posible que los niños, al ver historias violentas o tristes en las que están involucrados otros menores, piensen que a ellos también les puede pasar, que pueden ser vulnerables, que están de alguna manera a merced de cosas como esas. Lo más probable es que quieran saber en qué situación le pasó eso a los niñitos de las noticias y ahí la reacción que tengan los adultos es clave", manifestó.
TEMOR Y DEPENDENCIA
La educadora de párvulo, María Carolina Lozano, indicó que es necesario tener en cuenta que los niños son curiosos, "siempre quieren saber lo que está pasando y cuando uno sabe algo nuevo, rápidamente lo quieren traspasar a sus compañeros o amigos".
"De esta manera, basta que uno de ellos se entere de un hecho noticioso para que luego le quiera contar a los demás, lo que siempre es cargado de emociones y dudas. Si un niño ve en las noticias que un pequeñito de otra parte del mundo murió ahogado, es probable que se lo cuente a sus compañeros y que lo haga desde la emoción que a ellos mismos les causó. Por lo tanto se va generando una red cargada de tensiones y temores", señaló.
Es por esto que la sugerencia primordial hacia los papás es proteger y regular las informaciones que llegan hasta los niños, "dado que no están preparados para enfrentarse a cualquier tipo de contenido, no están aún capacitados para analizarlo como lo haría un adolescente o un adulto. Eso sólo contribuye a aportar inseguridades que son innecesarias a temprana edad, donde se debe crear y cuidar que haya un ambiente de confianza y de tranquilidad", añadió Lozano.
Y las reacciones en los menores no se hacen esperar. Ansiedad, temor y angustia son algunas de las características que pueden aparecer, así como también dificultad para dormir tranquilo o una intensificación en el apego, justo en la edad en la que debieran ir avanzando hacia la independencia.
La profesional planteó que "esto pasa mucho cuando, por ejemplo, los niños se enteran que hubo un asalto cerca de su casa o que el jardín infantil al que asisten fue robado durante la noche -que es una triste realidad en nuestro país-, o que alguien tuvo un accidente o fue atropellado por culpa de un tercero. Estas cosas van produciendo mucho temor, no van a querer soltar la mano de los papás, se sienten tristes cuando se alejan de ellos, piensan que le puede pasar algo malo a sus papás, comienzan a depender mucho más de las tías. Ahora bien, si los hechos preocupantes ocurren a niños en vez de adultos, el temor que se genera va a ser aún mayor, evidenciándose un retroceso en los procesos de los pequeños", planteó.