Secciones

Al mundo no le importa tu autoestima

E-mail Compartir

"Se espera que tú logres algo, antes de sentirse bien contigo mismo. Esto puede venir como una sorpresa. Usualmente, cuando la autoestima choca con su realidad, los niños se quejan de que no es justo". Así explica Charles J. Sykes la frase que titula estas líneas.

Normalmente escuchamos la frase "cuánto tienes, cuánto vales", expresión que no solo se refiere a términos económicos, sino que también a lo que la sociedad considere como destacable: un título universitario o algún otro mérito que permita destacar sobre el resto.

Desde estos orígenes nace otro clásico enunciado que aparece en nuestras conversaciones cotidianas: el clásico "¿a quién le has ganado?" como una forma de ofrecer autoridad a las opiniones emitidas. Si a más les he ganado, más puedo decir que "me las sé por libro".

Sin embargo, acá hay un claro problema de concordancia: ¿logros sociales para satisfacción interna? Entonces, todos los que "logran algo" tendrían derecho a ser felices y a estar en paz consigo mismos. Sin embargo, también hemos aprendido que "el dinero no hace la felicidad".

Esto se debe a que muchas veces, cuando logramos ese algo (sea económico o no), sentimos solo el placer momentáneo de la consecución. El resto del tiempo nos dedicamos a cuidarlo y a no perderlo, por lo que el logro nos trae una responsabilidad que puede traducirse en miedo.

La ensayista norteamericana Agnes Reppiler afirmó que "no es fácil encontrar la felicidad en nosotros, pero es imposible encontrarla en ningún otro lugar". A tal punto que no necesitamos de estímulos externos para resolver nuestras necesidades internas, aunque para ello es necesario un proceso de autoconocimiento.

Volviendo exclusivamente a la frase del título, sabemos que: por ejemplo, si sufrimos la pérdida de un miembro de nuestra familia, recibiremos muchas condolencias, pero realmente nuestros amigos serán quienes se preocupen por nosotros. El resto de la sociedad realmente espera que seamos capaces de seguir adelante realizando nuestro trabajo, pagando nuestras deudas y cumpliendo nuestros compromisos.

¿Es justo que sea así? Eso depende del prisma en que se mire. En realidad, todo tiene que ver con la forma en que aceptamos e interpretamos nuestra realidad, aquella que puede definirse simplemente como una serie de procesos que empiezan y terminan.