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Norma antielusiva: subsisten las dudas

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Como parte de la batería de circulares que el SII ha dictado recientemente con motivo de la reforma tributaria, se ha emitido la Circular N° 65, relativa a la norma antielusiva de carácter general. Si bien la circular tiene el mérito de enfatizar la relevancia de la buena fe del contribuyente, énfasis que deriva de la propia ley, y de aislar este tipo de conductas del ámbito penal, agrega otros elementos de juicio que poco y nada contribuyen a aclarar la referida norma.

En efecto, el SII sostiene que la intención o ánimo del contribuyente no incide en la calificación de la conducta como elusión. Sin embargo, a la luz de lo establecido en la norma y en la propia Circular del SII, todo parece indicar que la intención o ánimo del contribuyente no es un elemento ajeno al análisis de la conducta elusiva, sino que, por el contrario, forma parte de la esencia de la misma.

La elusión, por su propia naturaleza, es siempre voluntaria e intencional, puesto que implica una planificación y elección por parte del contribuyente de aquellas alternativas que puedan ser más convenientes para él desde el punto de vista impositivo. En consecuencia, no existe una elusión "por accidente" o "casual", ya que ello contraría el sentido mismo de este concepto. Por ello, la norma contempla como hipótesis de la elusión sancionable al "abuso de las formas jurídicas" y la "simulación", situaciones, ambas, absolutamente sugerentes de una intencionalidad por parte del contribuyente. De hecho, la simulación, como la propia Circular se encarga de recordar, representa una discordancia entre el fuero interno del contribuyente y la realidad objetiva manifestada.

El SII sostiene que no se incurriría en una elusión de aquellas que sanciona la ley, cuando el contribuyente enmarca su actuar en una figura ya reconocida por la ley, y cita al efecto, como ejemplo, la norma del artículo 17, N° 8 de la Ley de Impuesto a la Renta (enajenación que da lugar a un ingreso no renta). El SII confunde la conducta elusiva con la aplicación de franquicias tributarias, cuya aplicación objetiva exige el cumplimiento de ciertos requisitos que pueden o no concurrir en los hechos (por ejemplo, haber transcurrido más de un año para la enajenación de acciones), y que no forman parte de una "economía de opción" por parte del contribuyente.

La franquicia tributaria propiamente tal, no es constitutiva de elusión, porque la misma no puede moldearse según la voluntad del contribuyente, sino que se aplica sólo cuando concurren las circunstancias objetivas que la propia ley exige para ello. Distinto es cuando un contribuyente, sin cumplir objetivamente los requisitos para la aplicación de la franquicia, adapta intencionalmente su situación para poder acogerse a la misma con la sola intención de obtener el beneficio tributario, situación en la que claramente existiría una elusión sancionada por la ley, y en la que, nuevamente, la intencionalidad del contribuyente es relevante. Como la intencionalidad es de difícil determinación y prueba, la norma ha incluido un test que exige establecer si se han producido o no efectos económicos o jurídicos relevantes para el contribuyente, condición cuyo sentido y alcance la circular no contribuye a aclarar, y que quedará entregada, aparentemente, a la jurisprudencia de los tribunales.

Un real centro: el desafío que viene

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Ya el conclave de la Nueva Mayoría es pasado, algunos hasta lo han definido como el "cónclave que no fue" y le han acertado. Por su parte la derecha hizo lo suyo con algunos -los menos- haciendo mea culpa y otros hasta dándose el lujo de solicitar homenajear al fallecido ex director de la Dina, el organismo de represión, asesinato y tortura más nefasto que ha tenido la historia chilena.

Cuando uno observa este momento actual se confirma que es la hora de un cambio radical, de una mirada más abierta, tolerante, aprendiendo de los errores, para modificar nuestro presente y proyectarlo hacia futuro. Bajo el actual escenario no debiera sorprendernos que sólo un 47% de los electores vote; hay un gran porcentaje de la población chilena que no vivió la dictadura, menos la UP; a muchos compatriotas no le interesan estos temas, no sólo porque no fueron parte, sino también porque representan el fiel reflejo de la actual clase política, aquella que le es ajena y distante.

Bajo este escenario -bastante desalentador para ser sincero- es que surgen nuevos partidos como Fuerza Pública, que recogiendo la voz de la calle han optado por una mirada más de centro, pero no del centro social que planteó Longueira y la UDI; ni del centro que la DC dice representar; tampoco es un centro derecha como se autodefine RN y Carlos Larraín, ni el centro izquierda del PPD de Guido Girardi. Eso francamente es buscar la mitad entre la izquierda y la derecha y así quedar bien con Dios y con el diablo. El centro que requiere Chile es uno que podríamos definir como 2.0 (en formato web), que está por sobre las diferencias tradicionales que nos han acompañado por más de 40 años.

¿Qué plantea este centro? ¿En qué se diferencia de las tradicionales corrientes? Es un centro liberal, que respeta las minorías étnicas, de credo y género; es pro matrimonio igualitario, solidario de las diferentes clases sociales y culturales; como a su vez respetuoso del dolor de una madre ante un embarazo inviable, sin que ello la catalogue como abortera. El aborto es un drama social que como sociedad se debe enfrentar y no ocultar.

Este nuevo centro es económicamente abierto al mercado, pero con la supervisión del Estado; que busca incansablemente la equidad bajo un modelo de justicia social. Cree en una educación gratuita, pero de calidad, donde el profesor sea considerado un maestro, pero que esté dispuesto a someterse a evaluaciones que potencien su aprendizaje y la actualización del conocimiento. Es un centro convencido de que la salud debe migrar hacia la calidad, no sólo de sus profesionales, sino también de su infraestructura y por sobre todo del acceso. El real centro no busca romper con lo que hay para empezar de cero, quiere recogerlo y mejorarlo, si la delincuencia crece, el crimen no se soluciona con más cárceles, ya somos el segundo país de la Ocde con más presos por habitante y los delitos siguen subiendo.

Es un centro que pone en su 'centro' al individuo, asumiendo sus debilidades y fortalezas, velando por un Estado que nos resguarde sus amenazas y creando oportunidades que nos lleven a un futuro más justo y digno para las próximas generaciones.