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El artista visual que transita entre lo religioso y lo pagano

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Un iconólatra. Así se define el pintor y poeta Paulo Meyer, quien desde hace cinco meses reside en nuestra ciudad, hasta donde llegó invitado por el productor local Germán Estrada, para crear uno de los murales principales de Casa de Salud, bajo el nombre de Cura te Ipsum ("Cúrate a ti mismo").

Miembro de una familia ligada a la Iglesia Pentecostal, Meyer creció en Los Andes, pese a haber nacido en Brasil. Desde siempre se sintió atraído por las imágenes religiosas. El arte Barroco, el de la Edad Media y el de la India, llamaban poderosamente su atención.

"Desde muy chico me gustaba dibujar, pero en el protestantismo no existían las imágenes. Entonces miraba las enciclopedias y quedaba atrapado con eso, con el misterio de lo sagrado, que siempre tiene una parte bonita, pero también otra terrible", apuntó.

Desde una visión mística y religiosa, el artista ha logrado plasmar sus experiencias también desde una mirada pagana. "Es la mezcla que tenemos todos, sólo que simplemente yo me hecho cargo de mis referentes culturales. He sido aplicado y he estudiado la historia del arte, de la religión, de las simbologías del mundo. Desde ahí saco todo el material, observo imágenes de distintos lados, las pasó por mi propia experiencia y las propongo como objetos de culto y meditación", dice.

Relata que -incluso- ha visto algunos de sus cuadros iluminados con velas. "Lo que pasa es que tengo una vivencia verdadera con eso, por eso he hecho de mi propia vida mi religión. Yo no me invento nada, la única invención soy yo mismo (…)".

CURA TE IPSUM

Meyer comenzó a trabajar en Cura te Ipsum 2013, en el Salón Principal del espacio cultural, proceso en el que tuvo la colaboración de varios entusiastas.

Su rojo de fondo le da al mural una inmensa fuerza, que se mezcla con las energías que cada semana confluyen allí. Las ilustraciones, como en toda su obra, se asemejan al tatuaje tradicional americano y a las ilustraciones de la alquimia, que son otros de sus referentes obligados.

En primera instancia, Meyer abordó el tema desde su propia poética, desde lo que para él significan las cosas y en base a la tradición hermética que es un tema central en su vida.

"A partir de eso hice este Grial y las cabezas de estas mujeres que representan la vida y la muerte, algo que me pareció propio de una 'casa de salud' y que son cosas que siempre hago y repito y luego voy cambiando", explica.

Luego de esto partió nuevamente a Santiago, donde estaba radicado hace años, pero luego de un viaje de trabajo a Frutillar, volvió para asumir un nuevo desafío: las ventanas que se ubicaban en el centro del mural habían sido clausuradas. Estrada le pidió pensar en algo para completar el trabajo. "Cuando volví esto ya era otra cosa, habían aparecido otros murales (...) Sentí que aquí ya había un centro energético. Vi las ventanas tapadas en color madera y me puse a planear. Por su recorte no podía tratar de disimularlas, así que decidí destacarlas: hice una serie de tres cuadros ahondando mucho más en el camino del Cura te ipsum /Cúrate a ti mismo, ultra alquímico, hermético, proponiendo una metáfora en tres partes de lo que sería el camino de la salud a través de la enfermedad o la enfermedad como camino de la salud o la destrucción como camino de la vida, una paradoja, que es lo que claramente se ejerce aquí en Casa".

Actualmente trabaja en la tercera parte del mural. "Es un encantamiento único, arte mágico y se llama 'Pharmakos Ophis' (La Serpiente del Fármaco). En griego fármaco significa remedio y veneno, por eso pinto una serpiente de dos cabezas anudada en torno al árbol del mundo. También en ese mismo piso proyecto otro mural, una oda a los festivo y dionisiaco, al aquelarre y la bacanal", adelanta.

EL ARTE LOCAL

Con la idea de hacer un registro visual científico de los murales que existen en el lugar -se cuentan creaciones de artistas como Jorge Zambrano, Gustavo Riquelme, Mario Sánchez y Luis Almendra, entre otros-; Meyer muestra su admiración por el arte penquista.

"Me parece interesante, porque es diferente al de Santiago. Está súper alejado de la metrópolis, más que por los 500 kilómetros que nos separan. En Casa, además, hay murales de los fundadores del grupo Grisalla, que es emblemático en la historia del arte penquista y que me parece interesante por la contradicción que implica. Grisalla es una de las técnicas de la pintura tradicional, pero ellos se propusieron hacer nuevas figuraciones, para encarar su realidad, no sólo de lo inmediato, sino también de lo mítico. Son introvertidos y románticos, y queriendo hacer una vanguardia lo que proponen es una retaguardia, ir para atrás, y para adentro, buscar origen e identidad", asegura.