Sobrevivir en la calle
El invierno es una de las épocas más difíciles del año para miles de chilenos. Pero lo es especialmente para aquellos que viven en calle, dado que la sobrexposición a las lluvias y bajas temperaturas ponen en constante riesgo sus vidas. De hecho, sólo durante el 2014 esta situación cobró la vida de 17 compatriotas y en los meses más fríos de 2015 ya nos ha arrebatado la vida de José en Ovalle, Mario en Santiago y Heriberto en Punta Arenas.
Y es que sobrevivir en la calle no sólo es complejo en invierno sino que también durante el resto del año. Esto va mucho más allá de la falta de una vivienda y el tener que guarecerse bajo improvisados rucos, puesto que también implica la pérdida de vínculos de una persona con su familia, amigos y la sociedad, viéndose además completamente vulnerados todos sus derechos fundamentales, los cuales aseguran un mínimo de calidad de vida.
Desde hace siete décadas que como Hogar de Cristo conocemos y trabajamos con las personas que viven en situación de calle. Desde nuestros inicios, cuando San Alberto Hurtado recogía en su camioneta verde a los niños de pies descalzos debajo del puente Mapocho, entregando abrigo y comida caliente a los patroncitos que vivían en los suburbios, hasta hoy, que como institución mantenemos un compromiso de trabajo para colaborar con el Estado y otras organizaciones de la sociedad civil en esta tarea.
Durante los últimos años hemos sido partícipes de importantes avances en torno a esta problemática. Uno de estos grandes hitos, sin duda, ha sido la implementación del Plan de Invierno, el cual nos ha permitido llegar con mayores recursos y servicios a las personas que viven en la calle, instancia que se torna fundamental sobre todo si consideramos que en nuestra Región del Biobío este grupo está conformado por 871 personas, en tanto que a nivel país suman más de 12 mil de acuerdo a los datos entregados por el Catastro Calle 2011.
No obstante, es necesario recalcar que las prestaciones que de aquí se derivan no son suficientes para abordar esta problemática en su totalidad.
Por ello, se hace fundamental contar con una política pública dirigida a restablecer y garantizar estos derechos y dar la oportunidad de generar una inclusión social que sea real, a través de un trabajo continuo que tome en cuenta factores de alta complejidad en estas personas, para así evitar que sus muertes sean invisibles en nuestras vidas y en la sociedad.