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Dos citas estelares con la lírica este mes

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Para ponerse a tono con lo que se ha definido como el "Mes de la lírica", es que la Orquesta Sinfónica y Coro de la UdeC prepararon dos interesantes programas musicales.

El primero es la "Noche wagneriana", con dos conciertos fundados en el compositor alemán romántico (1818-1883). Se van a incluir oberturas y arias de conocidas óperas.

Las presentaciones se van a realizar el jueves 13 y viernes 14 de agosto, a partir de las 20 horas, en el Teatro UdeC. Allí van a estar la Sinfónica y el coro con la soprano chilena Maureen Marambio (entradas desde $ 5.000).

Así, 67 músicos de la agrupación y 65 voces corales van a interpretar, entre otras partes de óperas como "Los maestros cantores de Nüremberg", "Tannhäuser", "Lohengrin, "El holandés errante", "Sigfrido" y "Tristán e Isolda". El trabajo vocal va a estar dirigido por Carlos Traverso, y la dirección del maestro canadiense Julian Kuerti, director principal de la agrupación del Campanil.

El segundo programa lírico va a estar enfocado en la ópera "La flauta mágica" de Wolfgang Amadeus Mozart.

La versión escénica completa producido por la Corcudec y con dirección escénica de Gonzalo Cuadra, está programada para los días 27, 28 y 29 de agosto, también a las 20 horas, en la sala de calle O'Higgins.

La imperdible exposición de Rodrigo Piracés frente a la plaza

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Como ese traspasar del interdicto planteado por George Bataille, la prohibición, incluso lo abyecto, determina en algo el fundamento de la exposición de Rodrigo Piracés, "Pagano", abierta al público en la Sala Universidad de Concepción, David Stichkin.

Es que ingresar al espacio ubicado en el subsuelo de la céntrica galería de calle Barros Arana frente a la plaza, es aceptar la invitación para subirse a una aventura estética, de alguna manera, interminable, laberíntica y ciertamente provocadora.

Determinada por ese concepto "pagano", que para este artista visual de origen santiaguino, nacido en mayo de 1968, implica "una posición de búsqueda". En este caso, en lo inmaterial, que "desestima las estructuras de poder, las prácticas religiosas y comprende la idea de lo espiritual en un borde de la cultura, casi como una condición natural inmanente al ser humano".

Para este artista visual radicado en Concepción desde 2006, como las conceptualizaciones de Bataille, lo pagano está fuera del alcance de las jerarquías de poder. "Es un territorio bastardo visto desde la oficialidad", dice el expositor, lo que implica que la idea de lo pagano tenga una connotación negativa. "En si, la palabra determina a 'personas del campo' o 'rústicos' para definir a grupos que adoraban varios Dioses y no creían en un dios único como los cristianos, judíos o musulmanes", comenta.

De este modo, acota, ser pagano implicaba tener una naturaleza salvaje o silvestre. "Tenía que ser sometida por el poder, como lo dicta, por ejemplo, nuestra historia Latinoamericana", apunta.

TRASPASAR EL LÍMITE

Recorrer la exposición concebida por el artista durante los dos últimos años, es encontrarse y verse seducido por 40 piezas trabajadas individualmente, entre fierro forjado, objetos ensamblados, aguafuerte, tres esculturas de mediano formato y una instalación que no cansa de descubrirse.

En esa relación con las obras en exhibición (infinita y laberíntica), que se establece desde la mirada y percepción, también la lectura; hay piezas escultóricas que proyectan inquietud, otras emoción (instalación) y cierta lucidez.

Este último, uno de los aspecto que desea "comunicar" Rodrigo en su tercera exposición individual en la capital regional (antes fueron 2007 y 2009).

- Está está dado por el recorrido y la concepción de un cuerpo. En un primer módulo cuando se ingresa por el pasillo, que está considerado bajo la idea de "Dedos de los pies", lo más bajo, denso. Después se ingresa al salón principal que está bajo la idea de "cuerpo", y el pequeño escenario donde está ubicada la instalación, es regido por la idea de "Cabeza".

Estos tres módulos o etapas son también una clave, que dialoga en una secuencia insinuada en las obras", según el docente de Artes Plásticas de la UdeC. "La presencia de las armas forjadas en metal alude a la lucha contra el ego, como una construcción cultural que nos impide descubrir nuestro potencial radicado en la percepción y la sensibilidad.

- La idea del corte es aquello que separa impidiendo la conexión entre las partes, como el fenómeno de la posmodernidad: los hitos culturales de lo moderno dejaron de ser discursos absolutos y aglutinadores, para dar paso a una sociedad de especialistas. Aquí el conocimiento se disgrega en pequeñas esquirlas, que pierden su fuerza original, conociendo de todo un poco y no sabiendo nada en profundidad (...) La eficiencia, la velocidad y la productividad comprendida desde el mercado en su lógica despiadada y básica. El hilo conductor es nuestra percepción de lo real y como lo real se manifiesta en una experiencia abierta, que quiere sembrar más dudas que respuestas, quizás como la meditación, que es una práctica que busca suspender los pensamientos, para que suceda en nosotros la realidad.

- Aquí desarrollo la idea de que todo absolutamente está cruzado por "un" otro, material, técnico, metafórico (...) La idea del cruce como una estructura única, la realidad, que habita en nosotros esperando ser develada. Entonces, cuando somos conscientes del cruce podemos advertir la fricción que se genera cuando dos elementos de distinta naturaleza se tocan y generan una liberación de energía. Los textos enfrentados a los objetos generan la necesidad de vincular ambas naturalezas. Sin embargo, los textos son imágenes literarias, metáforas que no poseen un calce de relato.

- Esto lo tengo pensado hace años. Entré a estudiar el postrado de literatura en la UdeC, porque quería saber más de Parra y los artefactos, y así fue. Mi tesis está referida a la relación entre la poesía y las artes visuales y posteriormente participe de un Seminario que vinculaba filosofía y la ciencia de la Cábala , dictado por Arnoldo Arias. Duró tres años, donde el soporte que necesitaba apareció, o explotó como diría Parra.

- Para mí el arte es antes de Duchamp y después de Duchamp. Ahí hay un quiebre profundo y estructural que sigue palpitando aún después de casi 100 años. Cuando Marcel Duchamp presenta secretamente un urinario a un concurso de arte demuestra que las cosas existen, porque tienen un contexto, y su existencia está determinada por aquello que yo creo que es.

En ese sentido, lo que yo hago no es un Ready Made. Primero, porque eso murió con Duchamp, cuando esta "suspensión del gusto" fue codificada por el mercado y puesta en valor de arte contemporáneo.

En segundo lugar, porque a mí me interesa la fricción entre la poesía y el objeto escultórico, y desde la lectura es de donde se genera lo extraño, al vincularlo con el objeto. Es decir el objeto no tiene la capacidad de ilustrar el texto, no lo ilumina, más bien lo oscurece, lo suspende.