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Expectativas respecto a la seguridad privada

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Asombro expresó el editorial publicada hace unos días en el diario El Mercurio de Santiago, donde el medio de comunicación hace una seria reflexión sobre el crecimiento de la seguridad privada en nuestro país.

Lo cierto es que la seguridad privada (SP) en Chile podría ser efectivamente una eficaz colaboradora de la fuerza pública, pero no se pueden soslayar diversos aspectos que juegan en contra de esta posibilidad y que paso brevemente entre otros a indicar:

Es tal la indiferencia y desinterés oficial respecto al estatus legal de la SP que un proyecto de ley que la modifica en mínimos aspectos, apenas un maquillaje ineficaz, duerme el sueño de los justos en el Congreso por muchos años.

Lamentablemente, un gran obstáculo para un desarrollo armónico y moderno de la SP ha venido justamente de Carabineros de Chile, la autoridad fiscalizadora. Pero todo el país conoce como esta sacrificada institución policial admirada en Chile y el extranjero, está ahora de manos amarrada y es pasto de una delincuencia que las ideologías imperantes insisten en cuidar más que a las víctimas.

Los recursos humanos que nutren a la SP son en general y salvo honrosas excepciones, provenientes de una masa amorfa que se mueve cíclicamente desde las mejores condiciones salariales, y por cierto la comodidad, de otras áreas de la actividad nacional.

Sólo basta el certificado de antecedentes, pero sabemos que hay una gran masa de pequeños delincuentes que no están fichados. Además, no existe una gran base nacional de datos basada en información responsable entregada por las empresas de seguridad, para ir depurando el sistema de malos elementos, ya que podría ser considerada una forma de discriminación laboral.

Y un largo etcétera que por razones de espacio no puede tratarse en este artículo.Por supuesto que se pueden hacer cosas y erradicar los vicios del sistema, colaborando eficazmente a la policía en su lucha contra la delincuencia, pero eso implicaría cambiar la forma chilensis de pensar, desarrollar con sentido de futuro, abrirse a una colaboración público-privada, estar dispuestos a los consiguientes cambios legales, pero sabemos que eso se da en otras latitudes, no en Chilito.

Los beneficios de incluir metodologías ágiles en las empresas

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En la actualidad, el mercado exige que una compañía tenga una estrategia digital y una capacidad de entrega de producto o servicios a una velocidad muy distinta a lo que se acostumbraba años atrás.

Por ello, los requerimientos del mercado indican que las organizaciones IT deben tener dos velocidades de producción: una tradicional y otra ágil. Durante los últimos años, el mercado estadounidense y europeo, y también el Latinoamericano en países como Argentina, Brasil y Colombia, han desarrollado iniciativas en términos de adopción de agilidad y generación de talentos.

Las metodologías ágiles son, en definitiva, una nueva forma de desarrollo de productos. Esto tiene que ver con utilizar ciertas técnicas y prácticas que facilitan un proceso más ad hoc a lo que los clientes necesitan, en tiempos más breves y con una gran cantidad de feedback de parte de ellos, donde la clave está en el trabajo colaborativo, fomentando la creatividad y la innovación, en el cual los equipos adoptan ciertas formas técnicas de desarrollo que son distintas a las habituales.

Con esto, los clientes quedan satisfechos porque se reduce considerablemente el Time to Market, entregando productos de calidad y también se sienten escuchados, porque existe una continua entrega de valor a través de equipos motivados que incluyen las opiniones que van surgiendo en el proceso de desarrollo.

Aunque la madurez de agilidad en Chile ha sido más lenta que el resto de Latinoamérica, existen iniciativas particulares desde hace cinco años atrás y en los últimos dos esto ha crecido más en empresas tradicionales de la industria del transporte, telecomunicaciones, banca y el sector público. Gartner prevé que en el año 2017, el 75% de las empresas a nivel mundial van a tener una organización bimodal y en este contexto, a lo menos el 30% de sus actividades serán desarrolladas con métodos ágiles.

El desafío es que tanto personas como las grandes organizaciones se puedan adaptar a estas distintas velocidades manteniendo su competitividad en la era del Digital Business.