Educación técnico profesional
El convencimiento de que la educación técnico profesional es un elemento articulador para el desarrollo, es un elemento que nadie refuta. Existe consenso en el mundo público y privado que Chile tiene un déficit de cerca de 600 mil trabajadores con esta formación.
Este punto es trascendental: cuando los estudiantes son exitosos, los países prosperan y las sociedades se benefician. Son ellos los agentes de cambio que promueven y aseguran el crecimiento económico y social. La educación técnico-profesional les entrega las herramientas para transformar estos sueños en una realidad que impacta su entorno inmediato y asegura la prosperidad de nuestro país.
Sin embargo, hoy nos encontramos en un punto de inflexión. El anuncio del 21 de mayo pasado en relación a la gratuidad en la educación superior ha dejado una estela de dudas y preocupaciones a todos quienes tenemos un compromiso profundo con los estudiantes.
En una mirada rápida al impacto de lo anunciado, claramente vemos que los mayores afectados son los más de 90% de los estudiantes de carreras técnico profesionales, quienes verán cerradas las puertas a una vía de superación personal y profesional. Estamos hablando de hombres y mujeres que hoy son la primera generación de sus familias en acceder a la educación superior (70%) y que con gran entrega estudian y trabajan para acceder a una mejor calidad de vida (50%).
El crecimiento anual de la inversión estatal en educación superior casi se duplicó en 2010 producto del incremento del presupuesto asignado a becas y créditos.
Al dividir este gasto, entre el aporte que se realiza al estudiante y el que llega a las instituciones, se constata claramente que el crecimiento se produce por el incremento directo de ayuda a los estudiantes. El anuncio despoja de esta ayuda al quintil más vulnerable de los estudiantes técnico profesionales.
La definición de la gratuidad tal como se ha planteado expropia al estudiante de su derecho a elegir una educación de calidad en base a sus necesidades y expectativas.
Esta gratuidad solo tendrá valor si tiene un contenido que la haga instrumental para el desarrollo; y ese contenido es, sin lugar a dudas, la calidad y excelencia académica, certificada a través de procesos acreditación. Dejar a quienes buscan una opción en la educación superior técnico profesional sin alternativa de estudio, le quita todo valor a la gratuidad. Más aún, despoja al estudiante -y al país - del sueño de ser agentes de cambio.