Pataletas son parte del aprendizaje de la expresión emocional en los niños
Los humanos somos seres emocionales, capaces de vivir los más diversos sentimientos a lo largo de la vida y no sólo eso, sino que el estado de ánimo puede variar en cuestión de minutos según lo que va ocurriendo.
De la alegría se puede pasar a la tristeza, del agrado a la rabia, del amor al odio. Es por lo mismo que el manejo de las emociones forma parte de un aprendizaje clave en el ciclo vital. Es que nadie nace sabiendo cómo controlar lo que va sintiendo, menos si es que no lo ha experimentado antes, por lo que es normal que en ciertas etapas del desarrollo las emociones se expresen de maneras desmedidas y hasta irracionales.
Eso es algo que quienes son padres, cuidadores o se desempeñan en algún área relacionada con niños tienen más que claro. Los pequeños pueden pasar de la risa al llanto en pocos segundos, a veces a causa de situaciones prácticamente imperceptibles, otras porque no le gustó la comida que le están dando o porque no le compraron el juguete que vio al pasar fuera de una vitrina. Y si bien a veces logran calmarse en poco rato por sí solos o porque son capaces de escuchar y sentirse confortados con la contención que se le da en el momento, en otras ocasiones se descontrolan y aparecen las pataletas.
Margarita Sandoval, psicóloga infanto-juvenil y académica de Psicología de la Universidad San Sebastián, explica por ser parte normal dentro del desarrollo evolutivo de los niños, éstas son esperables desde el año y medio- dos años hasta la etapa preescolar, como una forma de expresar desagrado y poca aceptación de situaciones que no están dentro de lo que ellos esperan. La razón es que a esa edad, niños y niñas están aprendiendo a decir que no, a tener voluntad y a expresar su autonomía.
En el caso de niños más grandes, esto va cambiando, entonces si hacen pataletas están demostrando que hay cierto nivel de inmadurez o, incluso, podría haber una alteración conductual que tiene que ver con un desborde emocional (ver recuadro).
CONTENCIÓN
Estar frente a un niño que llora descontroladamente, patalea, se tira al suelo y grita fuerte puede ser uno de los momentos más desesperantes para los padres o cuidadores, quienes muchas veces no saben cómo actuar.
¿Hay que dejarlos llorar o retarlos? Lilian Poveda, jefa de carrera de Técnico en Educación Parvularia de Santo Tomás Concepción, aclara que frente a una pataleta la actitud del adulto a cargo debe centrarse en la contención, siendo capaces de centrar la energía en entregar apoyo y, en el momento mismo de la pataleta, dejar que el niño se exprese, esperar hasta que baje el nivel de rabia y se calme.
Contener implica acompañarlo y abrazarlo sin hablar, al igual que cuando se abraza a los bebés cuando lloran porque se sienten molestos.
Es cuando pasa el momento del desborde emocional cuando debe darse la conversación sobre lo que pasó, una instancia en la que hay que procurar no entrar en el regaño, sino que de demostrar comprensión.
NO COMETER ERRORES
Si hay algo que los adultos deben tener claro es que en el momento de la pataleta no deben discutir con los niños, pues no los están escuchando. Así lo afirma Sandoval, quien añade que ante esta situación lo importante es aprender a calmarse, pues reconoce que son momentos que generan intranquilidad. "Lo recomendable, en la medida de lo posible, es que si uno de los papás o adulto a cargo no está calmado, salga del lugar, se retire y deje a otra persona y, después, cuando se haya tranquilizado regrese a ver al niño", plantea.
Esto, porque uno de los errores que se cometen al abordar las pataletas, menciona Lilian Poveda, es regañar en el mismo momento, lo que aumenta considerablemente el nivel de tensión tanto en el niño como en el adulto, llegando a un descontrol. No obstante, recalca que siempre hay que estar monitoreándolo para resguardar la seguridad del niño, pues en ocasiones podrían golpearse o correr algún riesgo.
Asimismo se debe evitar evidenciar nerviosismo o dudas sobre cómo manejar la situación, pues el niño debe ver que es el adulto quien tiene control de lo que está pasando.
"Ceder inmediatamente a los requerimientos de los niños con el fin de evitar la rabieta es otro error, pues sólo aumentará en el pequeño el sentimiento de que puede manejar las situaciones gracias a la pataleta, fomentando con ello la manipulación", sostiene Poveda.
Sin embargo, desde allí, Margarita Sandoval agrega que "la mayoría de los padres piensa que los niños hacen pataletas porque los quieren manipular y esto no es así, pues tienen que ver con que el niño no es capaz de manejar sus emociones y sentimientos de rabia, frustración y enojo".
Mantener la actitud de calma, según la psicóloga, evita que la pataleta se transforme finalmente en una lucha de poderes entre adultos y niños.
ORIENTAR
Según Lilian Poveda, por ser parte de un proceso normal de reacción frente a los requerimiento del medio, las pataletas no se pueden evitar completamente, sino que, por el contrario, a lo largo del crecimiento del niño es altamente probable que se den más de una vez.
Por eso es importante que los adultos aprendan a observar los comportamientos y determinar qué es lo que provoca la rabieta, conociendo si existe algún factor determinante para desencadenarla como falta de sueño, hambre o aburrimiento.
Agrega que felicitar al niño cuando ha logrado calmarse por sí solo es un refuerzo positivo, que puede ayudar a fortalecer su autonomía.
Es que de un incómodo momento, una pataleta puede transformarse en una oportunidad para orientar a los pequeños hacia el aprendizaje de la expresión de sus sentimientos y emociones de forma verbal.