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Papás separados reafirman compromiso con sus hijos: no quieren bajar los brazos

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Los problemas más recurrentes a los que se deben enfrentar los padres (hombres) separados son cuatro. El primero de ellos tiene relación con las visitas entre padre e hijos al momento de la separación de los progenitores. Luego le sigue las pensiones alimenticias. En tercer lugar, las tuiciones; y, por último, materias relativas a denuncias de violencia intrafamiliar inexistente.

Así lo asegura Carlos Michea Matus, abogado especialista en Derecho de Familia y director jurídico de la Corporación Padres por Siempre (ver recuadro), organización que desde 1994 ha acogido a cientos de padres separados en la lucha por proteger la relación con sus hijos.

"Esta espacio se creó con tres papás y un abuelo, que se conocieron en un tribunal de menores de Santiago de Chile, y que a pesar de no estar impedidos legalmente de ver a sus niños, veían frustrados sus intentos de visita con sus hijos y/o nietos", explicó Michea.

El abogado agregó que en sus tres primeros años la organización llegó a conocer cerca de tres mil casos de padres que no podían ver a sus hijos.

"Considerando ese abultado número de afectados, surgió la inquietud de establecer una forma de organización formal, más eficiente para el tratamiento de este problema, por lo que creamos la Corporación", sostuvo.

En Chile son miles de hombres que ven afectada la relación con sus hijos producto del quiebre matrimonial. En el día del padre, son ellos quienes deciden saludan a los pequeños y dan ánimo a quienes siguen luchando para no perder el lazo.

JUGÁRSELA TODOS LOS DÍAS

Manuel Bastías es un arquitecto de 37 años y tiene una hija de 9. "Cuando me separé de su mamá, yo sabía que las cosas iban ser complicadas, pero el día que me dijo que no podía ver a mi hija, se me vino el mundo abajo. No estaba preparado para que me dijeran que también me iba a tener que separar de ella. Fueron dos años en que traté de entender esta nueva situación, que me parecía injusta, porque a pesar de que yo había tenido que salir del proyecto que significa un matrimonio, mi hija seguía siendo parte de mi vida", recuerda.

Tras la separación, la menor, que durante el matrimonio vivía con sus padres en Santiago, se trasladó junto a su madre a Concepción. "Me di cuenta que si ellas se iban, mis posibilidades de seguir junto a mi hija iban a ser prácticamente nulas, así que dejé mi trabajo y vine a vivir acá. Fue difícil porque tuve que empezar de cero, buscar departamento, encontrar un lugar donde poder ejercer y acostumbrarme a una vida en una nueva ciudad".

Ya han pasado cinco años y Bastías se siente un penquista más. "Lo de mi hija ha sido una lucha larga, pero estoy dispuesto a seguirla a donde sea. El amor de papá es así, uno tiene que jugársela todos los días, porque ver su cara y escucharla decirme 'papá' es todo lo que me hace sentir que todos estos años han valido la pena", añade.

NO QUERER RENUNCIAR

El hijo de Rodrigo Alemparte tiene 13 años. Desde que el adolescente cumplió un año, comenzó las acciones legales que, según explica, a esta altura apuntan a mantenerlo en su vida.

"El hecho de que uno, como papá, no siga siendo parte del proyecto de familia, no implica que no vaya a seguir el rol de padre. Lo triste de esto es que en medio del problema entre los papás quedan los hijos", indica Alemparte, quien dicta clases de filosofía en la Universidad del Biobío y la Universidad Católica de la Santísima Concepción.

A lo largo de su trayecto legal, ha tenido la posibilidad de conocer a otros padres que pasan por situaciones similares. "He visto, por mi experiencia y la de los otros papás, mucha discriminación de género, por el hecho de ser hombres, y hemos tenido que ir enfrentando las adversidades que resultan de estar separados".

Según explica, para los padres uno de los momentos más difíciles es cuando se imposibilita el contacto con los hijos, hecho que él ha debido enfrentar.

"Saber que uno va a tener que ser separado de un hijo es una situación frustrante, en donde se pueden cometer muchos desatinos si no se sabe abordar adecuadamente. En estos años he conocido muchos casos de papás que no quieren renunciar a sus hijos y eso es lo que yo siento. El rol de padre pasa por un instinto que hay en nosotros, que nos impulsa a ejercer como tal. Y esto se ve acompañado por una consciencia que uno tiene respecto de la importancia de participar en el desarrollo de los hijos", señala.

CRIANZA

Según explica Carlos Michea, en la década del '90, era muy poco frecuente que un padre solicitara y se le reconociera en materias de tuición y vistas, mientras que hoy se ven importantes avances, tales como el reconocimiento del concepto de Tuición Compartida, hecho que hace ver a la figura paterna con un "tinte" de igualdad dentro de la familia.

"La figura paterna es reconocida por la Unicef, plasmada en la Convención Internacional sobre los derechos niños y adolescentes a la cual Chile se suscribió en 1990", detalla.

El abogado afirma que la legislación chilena ha preponderancia a la figura materna por sobre la paterna (Discriminación Positiva), "que no compartimos, pues se debería aplicar el Principio de Igualdad ante la ley y el legislador (Congreso) es el primero llamado a cumplir. Se debe entender que en la crianza de los niños obviamente el padre es tán importante como la madre".