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"Jurassic world": la familia siempre será lo primordial

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Cuando las cosas se hacen con cariño siempre resultan. Desde un queque horneado a la temperatura ideal hasta una película. Es el caso de "Jurassic World", dirigida por Colin Trevorrow (38). Entrega en su segundo largometraje una obra relatada con oficio, aunque siempre con la mirada vigilante de Steven Spielberg, quien aparece desde la vereda de la producción.

Sin embargo, en las primeras secuencias de esta cinta de 124 minutos, se siente la mano del director de actuales 68 años. Tanto, que por momentos algunas de las escenas de esta nueva entrega de la saga "prehistórica" parecieran dirigidas por él, sobre todo, aquellas donde las tensiones se ponen a prueba, a raíz del peligro inminente.

Un aspecto, el anterior, que traspasa lo mejor y más aventurero de la filmografía del responsable de "Tiburón" (1975), "Encuentros cercanos del tercer tipo" (1977) o el interesante remake de "La guerra de los mundos" en 2005. Allí también lucen las dos primera entregas de "Jurassic park" (1993 y 1997).

Estos son títulos que funcionan como extraordinarios ejemplos del montaje a favor de la tensión desde la quietud de los planos y la acción en escena. Como pocos, Spielberg es capaz de producir el efecto/terror con apenas un gesto o la sutil aparición del monstruo (muchas veces sugerido). Sin la necesidad mostrar el "ataque" explícitamente, se da el tiempo para inquietar al espectador.

LA LECCIÓN

Digamos que

Trevorrow, junto a su compañero Derek Connolly (guión), supieron aprender la lección del maestro. Así, llevan a pantalla una película que se interna en el género de la aventura (fantástica) a todo su ancho. El detalle es que rescata el elemento humano necesario en el cine de acción, según planteara Sergio Leone.

La cinta, con toda la tecnología a su favor y esa obsesión presente en este cine sujeto a las leyes del videojuego por etapas; se da el tiempo para contar un drama centrado en personas de carne y hueso con perfiles y lágrimas. Son estos los que van desarrollando el relato, a partir se una serie de pruebas que, finalmente, no alcanzan a poner en jaque lo más importante: la familia.

Allí es donde nuevamente está marcada la mano de Spielberg, de ese niño en cuerpo de adulto que no se cansa de relatar -quizás- trancas y obsesiones pasadas que hasta el día de hoy lo persiguen.

Si en "Jurassic world" el Indominus es aquella figuración del peligro (del acoso constante), éste lo ha puesto a prueba varias veces, ya sea personificado en un escualo asesino complicado de cazar -la metáfora de Ahab- o extraterrestres radicales con ansias de conquista.

Todo esto, en el marco de líneas de acción, donde el personaje y su perfil se ponen por sobre el ambiente.

ANSIAS DE MÁS

Han pasado 22 años y la evolución del parque original con jeeps a bencina ha terminado por convertirse en un "mundo" jurásico sujeto a las leyes del mercado y las nuevas tecnologías virtuales. Pero en el correr del siglo ya ni los dinosaurios llaman la atención del público: por más placentero que sea el lugar, el mercado, el negocio y el medio exigen más.

La solución, desde el prisma de una tema actual, es la manipulación genética, sobre todo, cuando los últimos diez años las metas (recaudaciones) se han visto disminuidas. El grupo de científicos -motivados por todos estos factores- crean el "Indominus Rex". Se trata de un "modelo" diseñado a partir de los cruces y manipulación genética, con el fin de tener más dientes, fuerza y tamaño que el propio T-Rex.

En este contexto/situación llegan a la isla Nubla los sobrinos de la encargada de lugar (nietos de John Hammond). La idea es compartir con su tía un fin de semana de aventuras VIP con seres de otra era. La madre de los chicos, aprensiva y con un perfil muy diferente al de su hermana (de partida ésta no es madre), otorga el permiso para que, justamente, compartan como un trío en familia.

Lamentablemente, las cosas se salen de lugar, cuando literalmente el experimento de laboratorio sale a dar una "vuelta" por el parque. El peligro es que mata a todo aquel "ser" vivo que se pone al frente. Como un "depredador" tiene la capacidad de camuflarse con el paisaje, además de mostrarse más inteligente que el resto de las especies del lugar.

Con este argumento, el director construye una obra que no descansa en ritmo, pero mantiene el "beat" de aquellos clásicos de matiné, que se disfrutan de principio a fin. Y lo mejor, a uno lo dejan contento.