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El caso de Arturo Vidal

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Difícil comentar el caso del futbolista Arturo Vidal, quien se vio envuelto en un accidente la noche del martes mientras viajaba desde un casino a la concentración de la Selección Nacional en Santiago.

Vidal conducía bajo los efectos del alcohol, cuestión que hizo en su tarde libre previamente autorizada. Como es sabido, en Chile se desarrolla la Copa América, torneo de 12 selecciones que nuestro país no ha ganado en 99 años de historia. La esperanza por el triunfo es evidente y es materia contextual determinante para intentar un breve análisis del caso.

Vidal, miembro de la Juventus de Italia, y, a juicio de los expertos, uno de los mejores futbolistas chilenos de la historia, es pieza fundamental de este proceso y en razón de aquello, el tema provoca una polémica y expectación entre quienes exigían su desafectación del equipo y aquellos que apelaban a su continuidad. Finalmente se decidió por esto último, junto con escuchar las disculpas del jugador.

Resulta bien evidente la equivocación del deportista, quien aparentemente incurrió en errores de criterio, que derivaron en un delito: conducir en estado de ebriedad, lo que deberá resolver la justicia.

Por otro lado, es compleja la vida de estos deportistas, tan reconocidos con la fama y el éxito, y tan expuestos en sus aspectos privados. La sociedad hoy les exige no sólo el triunfo, sino también que sean modelos de conducta, por el impacto que tienen en un país y, principalmente, en los menores de edad.

Ello es así. Arturo Vidal, Alexis Sánchez, o Lionel Messi, son mucho más que modelos comerciales; también lo son de conducta, cuestión que definitivamente podría cuestionarse por los impactos que ello tiene. No parece adecuado que sean estos los modelos a seguir, pero en la práctica lo son.

Estas cuestiones simbólicas son las más complejas. Este hecho demuestra que los comportamientos de tales personalidades son enjuiciados con mayor severidad por todos, incluso a riesgo del escarnio público, en función de lo que representan; en su caso al país.

¿Qué queremos medir o enjuiciar con el caso Vidal? ¿El delito, la llamada afrenta al país, o el mal ejemplo para sus seguidores? Difícil saberlo.

¿Mes de los santos?

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Llovía. Las vitrinas de los negocios y bazares se iluminaban en los barrios. En ellas había juegos de tazas, jarrones, poncheras, botellas de colores y libros. Todo con sus precios marcados de manera clara. No existía la invasiva publicidad en inglés que hoy distorsiona la realidad nacional. Con tiza húmeda o creta se pintaban los nombres de los santos más populares en junio.

Era un vértigo de celebraciones, fiestas y miles de regalos. Hoy se triza la devoción católica y en los centros comerciales no aparecen ya esos llamados que convocaban a las compras y homenajes.

Evoco que en mi infancia mis padres tenían una librería y bazar en Puente Alto, llamado "El Kiko", en honor a Enrique, su amistoso propietario. En los hogares estallaba el jolgorio y las mesas se abastecían de apetitosos pavos y buen vino de las viñas aledañas de Pirque.

El pretérito se desdibuja en la memoria de la mayoría, nueva o vieja. Un repaso al calendario nos ayuda a recordar algunos santos que acaparaban la atención. El domingo 7 implicaba festejo y ganancia en la cultura general. Es san Claudio, que en el pasado se leía en el 30 de octubre. Aclaración familiar: mi hermano de un año menos que yo, no se resigna a mi porfía histórica de consagrarlo en el décimo mes.

El sábado 13 es san Antonio, que llamaba a muchas fiestas. Los católicos celebraban con devoción y humildad a San Antonio de Padua. El domingo 14 es san Eliseo, nombre de nuestro abuelo

El domingo 21 hay santos a dúo: Luis y Raúl, acaso los más divulgados e inolvidables. El miércoles 24 es san Juan. El folclorólogo Oreste Plath, con quien compartí páginas y amistad durante años, escribió libros sobre las supersticiones de la noche de san Juan. Una de las más famosas se relaciona con la higuera. La leyenda narra que florece a medianoche y el que la arranca, disfruta la felicidad y la riqueza para siempre. Quien siente temor, será ahuyentado por el diablo.

De los relatos que escuchaba cuando yo era niño, rescato las tres papas que se ponían debajo de la cama. Si alguien recogía una pelada significaba que no tendría fortuna ni amor. Si sacaba otra a medio pelar, le iría regular en su vida. Lo más estimulante era recoger -con los ojos cerrados- la papa entera porque implicaba garantía de que sus proyectos serían de éxito.

El lunes 29, en la rotativa de 2015, abrazamos a Pedro y a Pablo, los grandes apóstoles. Los pescadores expresan su alegría en las caletas con sus botes llenos de peces frescos. Es una fiesta desde Arica a Punta Arenas.

Pero la locura por imitar los ejemplos extranjeros ha borrado una hermosa tradición. Muchos preguntan ahora ¿Mes de los santos?