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Cuidado del ambiente

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El discurso medio ambientalista ha calado hondo en la discusión mundial como uno de los puntos de trascendencia absoluta. Parece no haber discusión respecto a que los efectos nocivos que la acción del hombre está ejerciendo sobre el planeta pueden llevarlo incluso a una situación extrema de poner en peligro la vida humana y de otras especies.

Hace unos días se celebró el "Día del Medioambiente", jornada que sumada al "Día de la Tierra", y otros, nos precisan el valor y relevancia que tiene este tema nacido apenas hace unas décadas. De manera común se sostiene que la demanda medio ambientalista nació apenas meses después de que se capturase la primera imagen de la Tierra desde el espacio.

Observar la fragilidad y pequeñez de nuestro hogar puso en evidencia los cuidados que debemos tener. Diferentes análisis dan cuenta del deterioro acaecido durante el último siglo. El aumento de gases de efecto invernadero y, consecuencialmente, el aumento de las temperaturas son una bomba de tiempo que amenaza con el derretimiento de los casquetes polares y con ello, un enorme riesgo sobre países y zonas costeras densamente pobladas de todo el planeta.

Informes de Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, la Ocde, el Ministerio de Agricultura de Chile y muchos otros, han insistido en los efectos que comenzarán a sentirse en Chile y el resto de los países.

Muchos creen que el fenómeno del cambio climático puede incluso determinar el fin del modelo económico, tal cual lo conocemos.

Lo positivo es que las mayores regulaciones, quizás muchas aún insuficientes, pero especialmente, la mayor conciencia de que debemos cambiar nuestro comportamiento y visión respecto a nuestro entorno, están provocando cambios que pueden revertir un daño que se está haciendo evidente.

No nos engañemos, ni pensemos que esta es una realidad lejana. Los efectos del cambio climático ya están en marcha. Sólo nosotros podemos evitar un colapso aún mayor. Lo positivo es que podemos formar a las nuevas generaciones en una cultura de mayor respeto por el ambiente, con el fin de no seguir dañando nuestro planeta. Ése es el desafío.

Desafección política

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A aquellos que seguimos pensando que la política es valiosa y fundamental para construir sociedad, nos resulta tremendamente frustrante seguir presenciando día tras día cómo ésta adquiere una insignificancia tremenda. La falta de pudor de algunas autoridades y políticos parece no tener límites.

Por momentos, estamos perdiendo la capacidad de asombro y, por otra, de crítica ante los actos que vinculan a parlamentarios y ministros con temas de dinero, léase "asesorías". En ese sentido, parece ser que la corrupción, cohecho, malas prácticas han terminado por naturalizarse a nivel de partidos, autoridades y funcionarios. Ante ese escenario, resulta cada día más complejo defender un programa de cambios por el cual se voto y apoyó. Más aún, cuando se enarbolaron las banderas de las buenas prácticas, transparencia, eficiencia y luchar por la igualdad de los ciudadanos.

Todo aquello ha pasado a un segundo plano en tan solo unos meses. Peor aún, se han cometido errores tanto o más graves que en el gobierno anterior, donde la política descendió a niveles misérrimos, no vistos desde los tiempos de la dictadura. Pensé que sería difícil superar la política espectáculo y superficial del gobierno de Sebastián Piñera, pero parece que siempre se puede caer más bajo.

La Nueva Mayoría hoy parece estar sumida en una crisis orgánica de proporciones. Aquello repercute directamente en la conducción del gobierno. Las reformas, que tenían una razonable aceptación de la ciudadanía hoy han quedado sumidas en un rechazo y sobre todo invisibilizadas. Triste escenario para tan importantes cambios que requiere nuestro país.

Por su parte, la Presidenta parece no poder encontrar el camino para salir de la crisis institucional y personal. Además, la coalición la ayuda muy poco, más bien complejiza el escenario.

Las ambigüedades e indefiniciones en materia de liderazgo, se pagan caro. Que decir de los gestos y expresiones faciales. Son importantes, trasuntan cosas y el rostro de doña Michelle Bachelet dice mucho (desazón, amargura y preocupación).

¿Qué nos queda? Por ahora y en lo inmediato, quienes consideramos necesario y fundamental respaldar los cambios y apoyamos críticamente esta administración, deberíamos ejercer con mayor fuerza un cuestionamiento a la insignificancia política en la cual estamos inmersos. Asimismo, defender la importancia de la política, y por último ejercer públicamente -sin temor o vergüenza- nuestro derecho a disentir y criticar aquello que está mal, para así terminar con este conformismo generalizado y la genuflexión con el poder que han terminado por banalizar la política y generar una tremenda y nociva desafección con nuestra democracia.