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Aniversario del comercio

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El comercio ha celebrado su Día Nacional, que se conmemora cada año, el 6 de junio, para recordar con dolor el asesinato de Diego Portales Palazuelos, el gran estadista que consolidó nuestra república. Era comerciante y su legado ha sido tomado por el comercio nacional, que se enorgullece de él, de su vida y de su obra.

No han sido tiempos fáciles, especialmente para el comercio detallista, que enfrenta cada vez la más rigurosa competencia de las grandes cadenas de multitiendas, supermercados y farmacias, entre otras. También deben hacer frente a la venta callejera, que se apodera progresivamente de más espacios en las principales ciudades, sin un control efectivo.

Es comprensible la inquietud que por mucho tiempo han expresado los comerciantes establecidos, que ven cómo ellos deben pagar patentes, permisos, cumplir con la legislación, mientras los vendedores ilegales se instalan en ocasiones afuera de sus negocios, sin cumplir con ninguna normativa, en una especie de competencia desleal.

El comercio ilegal ambulante, al que algunos llaman "comercio ilegal establecido en la calle", porque los vendedores consideran que instalarse en un determinado lugar es un derecho adquirido, ha proliferado porque es un buen negocio. Se calcula que toda la cadena de quienes participan le representa al Fisco una evasión tributaria anual superior a 150 millones de dólares.

Ha llamado la atención el incremento que en los últimos meses ha tenido la venta callejera, que ha ocupado las principales calles céntricas en Concepción y Talcahuano, en carros, tarimas, canastos o en el suelo, ofreciendo una gran variedad de productos. Aparte de la ilegalidad que esto significa, sabido es que en torno a esta actividad prolifera la delincuencia, que aprovecha la congestión que se produce en las aceras.

Obviamente, se requiere de la actitud resuelta de las autoridades para controlar la actividad ilegal. Resulta evidente que no basta con dictar las normativas, pues hay que contar con inspectores y con policías que se encarguen de hacerlas cumplir. En caso contrario, se transforman en ordenanzas de poca aplicación. A la vez, la ciudadanía pierde credibilidad en toda esta normativa, pues sabe que existen pero da lo mismo cumplirlas o no.

ERD, visión de futuro

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En momentos en que el país y la región experimentan tantas urgencias, es meritorio que la autoridad, sin mezquindades y con una mirada de largo plazo, convoque a diversos sectores a pensar en una ruta que guíe el desarrollo del Biobío por los próximos 15 años, la Estrategia Regional de Desarrollo. Un ejercicio que implica abstraerse de la contingencia para analizar con serenidad y altura de mira lo que ha sido, es y puede llegar a ser nuestra región.

Hacer un diagnóstico de las falencias y sobre todo de las potencialidades es el primer paso para avanzar en una hoja de ruta que determine las prioridades para los próximos años. Un paso fundamental para lograr una asignación eficiente de los recursos que redunde en planes y programas que mejoren la calidad de vida de la población.

En esta labor contamos con el liderazgo de una autoridad que reconocemos como una persona comprometida con el destino de la región y que tiene la capacidad de aunar voluntades de diversos sectores. Pero resulta imprescindible el apoyo de representantes del mundo empresarial, académico y público que se involucren en una tarea que exige generosidad e identificación con los problemas de la región y la búsqueda de soluciones.

Desarrollar un proceso participativo que incluya la mayor cantidad y diversidad de sectores y establecer mecanismos que permitan escuchar las demandas de la población llevarán a buen puerto esta iniciativa liderada por el intendente Rodrigo Díaz y que cuenta con el concurso de expertos de diversas universidades de la región.

Hasta ahora se ha podido constatar que los habitantes del Biobío plantean que la visión estratégica debe considerar temas como la sustentabilidad y el respeto al medio ambiente, la descentralización y el equilibrio regional, las oportunidades de empleo, la innovación científica, industrial y productiva, entre otros aspectos.

Asimismo, el bajo emprendimiento e innovación, la alta inequidad social, territorial y económica (centralismo), el acceso equitativo a salud, la falta de identidad regional, la insuficiente seguridad ciudadana, el desempleo, la creciente contaminación y el déficit hídrico se mencionan como las principales dificultades.

Este proceso participativo tiende también a que los habitantes se transformen en protagonistas y planteen propuestas y soluciones. El apoyo al emprendimiento y a la innovación se visualiza como un camino para potenciar el desarrollo, al igual que los estímulos a la generación de empleo y el aumento en la inversión en ciencia regional.

El éxito de este proceso depende de varios factores, en especial de la capacidad de priorizar la calidad de vida de los habitantes de la Región del Biobío por sobre los beneficios particulares y de corto plazo de determinados grupos de interés, pero también influye que actuemos con generosidad, optimismo y orgullo de vivir en esta región.