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Tim Burton proyecta mirada en la pintora de los ojos tristes

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Si tuviéramos que elegir dos películas para comprender el universo y mirada de Tim Burton, éstas serían "El joven manos de tijeras" (1990) y muy posiblemente "Ojos grandes" (2014).

Si la historia de la "creatura" (creación de otro), que no alcanza a tener sus manos, proyecta la mirada expresionista y gótica del realizador de 56 años, la cinta basada en la vida de la pintora Margaret Keane; orienta en cuanto a la estética de personajes y dobles personalidades propia de Burton.

Por lo anterior, vale la pena revisar la cinta programada hoy, a las 15, 19 y 21.30 horas, en el ciclo "Lunes cinematográficos" en el Teatro UdeC (las entradas tienen un valor de $ 1.200 general y $ 600 estudiantes).

LA FIGURA DEL DOBLE

Cuando estrenó su producción número 18 desde el debut en el largometraje con "La gran aventura de Pee Wee" en 1985, Tim Burton confesó la influencia y admiración hacia la obra de la pintora Margaret Keane (n. 1927), quien desde las sombras pintaba aquellos populares cuadros/retratos de mujeres y niños de enormes ojos. La particularidad de estos modelos estaba en el detalle y la tristeza que ellos proyectaban desde telas. Un tema que, por lo demás, la artista venía desarrollando desde la niñez gracias a sus trabajos de ángeles de enormes ojos.

Es la biografía (conocidas como "biopic" en el medio) la excusa que sirve al realizador para internarse en el período -quizás- más fructífero de la pintora, el que abarca los años 50 y 60, cuando estuvo casada con el pintor Walter Keane, de gran popularidad en la sexta década del siglo XX. Literalmente, muchos de sus cuadros adornaron las paredes de la sociedad norteamericana en la época.

Sin embargo, lo que nadie sabía era que las creaciones no eran de él, sino de su esposa, quien se mantenía en un constante encierro "creativo" en el estudio de su casa. Ella, cual sujeto a expensas del otro -tema que también cabe en el punto de vista Burton- trabajaba casi sin descanso, mientras él se dedicaba a venderlos, firmándolos simplemente como "Keane". El punto es que los hacía pasar por suyos, sin mayor remordimiento.

LA REBELIÓN

Es éste punto el que le sirve al director nacido en Burbank, California, para desarrollar aquellos temas más personales y que se relacionan con dolores internos -trancas- que acá se van exteriorizando mientras pasan los 105 minutos de metraje de la cinta.

Tuvo que pasar el tiempo, pues ella cayó su rol productivo dada la tensa relación que mantuvo con Keane, para que Margaret reconociera la autoría de las obras: temía a los arranques de furia de su esposo en una sociedad machista donde él manejaba la economía del hogar. En los 70, separada luego de una década de matrimonio (1955-1965) desafió a Walter para pintar frente al público en la San Francisco's Union Square: él no se presentó.

Las imágenes de Burton, desde la pincelada, se van internando en los miedos y trancas de una mujer que recién en 1982 pudo demostrar su autoría pintando uno de sus cuadros frente a un tribunal. Allí también emerge el grado de opresión que sufrió y que finalmente la rebeló frente al sistema.