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Haití y nuestro compromiso internacional con la paz

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La presencia militar de Chile en Haití no debe ser vista como una intromisión, ni mucho menos un gasto de recursos, pues quienes así lo hicieran demostrarían un claro desconocimiento de lo que significa una misión de paz.

Tras la reciente ratificación del Congreso de la presencia de tropas en Haití, hay que insistir en la importancia que tiene para el Estado chileno nuestra participación internacional.

Una razón tiene que ver con algo estrictamente profesional. No es menor el significativo aporte que tiene para nuestros efectivos participar de un entrenamiento continuo en un ambiente de conflicto real que obliga a tener la capacidad de mantener un batallón operativo de manera permanente. No olvidemos que incluso hemos invertido recursos para crear un Centro de Entrenamiento para Operaciones de Paz (Cecopac) en el cual se prepara a nuestros efectivos.

Siguiendo con esta línea argumental, podemos agregar el valor desde el punto de vista del comando y control, la experiencia internacional, como también la colaboración inter agencial con instituciones vinculadas a Naciones Unidas, según afirma el experto de la Academia de Guerra del Ejército Carl Marowski.

Participar en misiones de paz tiene que ver con las obligaciones y compromisos que hemos adquirido al ser parte de una comunidad internacional -representada en Naciones Unidas- a la cual adherimos con nuestra defensa de la paz mundial. Eso significa asumir y respetar compromisos de largo plazo.

A la fecha, dato de abril de 2015, Chile poseía 421 efectivos en el mundo, de los cuales 402 estaban en Haití. De éstos, 11 son policías y 391 corresponden a tropa de las Fuerzas Armadas. Cifras sobre un contingente total de 6.850 personas que tiene en total la Minustah.

En síntesis, la presencia de tropas en Haití colabora con la política exterior, pues no sólo es un deber regional con el continente al que pertenecemos, y en especial con el país más pobre, sino que también dice relación con nuestro compromiso con el mundo y la paz internacional. En nuestra justa dimensión, pero que nos corresponde asumir.

Salir hoy significaría que nuestra presencia no han servido de nada, lo cual me lleva a una reflexión final: ¿qué estamos haciendo para realmente conseguir la estabilidad y resolver el problema de fondo que hay en ese país?

Coincidiendo con la opinión de Cristián Faundes, investigador del Centro de Estudios Estratégicos de la Academia de Guerra del Ejército, la pregunta no es si debemos salir o no, sino que hemos de preguntarnos ¿cuáles han sido los cambios culturales en el ámbito de la democratización y representación que se han generado en estos 10 años de presencia en Haití?

Ese es quizás el paso siguiente de este debate.

Madera impregnada con CCA: el riesgo que el ciudadano común no conoce

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Si hablamos de contaminación, es probable que una serie de residuos se crucen en nuestra mente, pero lo cierto es que, además de los contaminantes que conocemos actualmente, hay otros que pueden llegar a ser mucho más dañinos y cuyo uso es tan masivo que no lo consideramos como un potencial peligro.

Me refiero a la madera impregnada con CCA (cobre, cromo y arsénico), presente en postes, cercos, viviendas y hasta en las plazas donde juegan los niños.

En Estados Unidos y Europa la madera impregnada con CCA que se utiliza, está presente en zonas en las que no transitan personas. Acá en cambio, vemos ese mismo material en áreas peatonales, así como postes de alumbrado público, cercas, plazoleta de juegos, entre otros usos.

Vemos a niños jugando en "áreas verdes" provistas de juegos elaborados a base de madera tratada con CCA, exponiéndose directamente al contacto con este material de alta toxicidad.

Como es sabido, la piel es un órgano bastante permeable, por lo tanto, si los niños juegan en este tipo de instalaciones, podemos imaginar lo que sucede cuando apoyan sus manos y otras partes del cuerpo sobre estos elementos.

Hoy en día las "áreas verdes" donde juegan, no nos parecen extrañas, pues como no ha habido difusión respecto a los efectos negativos ocasionados por estos productos, pareciera no existir el problema.

Para quienes trabajamos en I+D+i, el desafío es buscar alternativas que reemplacen el uso de productos de alto impacto ambiental.

En lo personal creo, que para iniciar la búsqueda de productos preservantes alternativos para madera, una buena opción sería aprovechar los compuestos activos provenientes del material vegetal disponible en la naturaleza o de los mismos desechos producidos durante procesos de tipo agrícola y forestal, con el fin de desarrollar sistemas preservantes que tengan efectos significativos contra el ataque de los agentes bióticos que atacan la madera. Sabemos que es complejo, que se requiere mucho tiempo en investigación y la incorporación de nuevas tecnologías.

Junto a lo anterior, cabe destacar que las opciones seleccionadas para este fin, deben proponer soluciones rentables y capaces de satisfacer el mercado de la madera tratada con preservantes.

El desafío es grande, pero es hora de asumirlo mediante los recursos que tenemos a nuestro alcance. El intento es lo que puede hacer la diferencia, sobre todo si queremos que las futuras generaciones crezcan en un ambiente limpio y saludable.

Este es el mayor e invaluable bien que podemos heredarles.