Autorización de plantaciones de marihuana
Nos informamos con preocupación de autorizaciones para uso medicinal de la marihuana por parte de autoridades municipales, sin una postura explícita de autoridades de salud, quienes son las encargadas de velar por la seguridad en la administración de productos fitosanitarios en seres humanos.
Ya es de público conocimiento que el proyecto de investigación de uso de marihuana en pacientes con dolor en patología oncológica planteado en La Florida fue rechazado por el comité de ética respectivo, instancia que es obligatoria para cualquier investigación biomédica, pese a lo cual se autorizó plantación.
La comunidad científica, y en particular la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia (Sopnia), está muy alarmada porque la ciudadanía ha relajado su percepción de riesgo respecto del consumo de marihuana. Esta actitud, según todas las publicaciones, eleva las cifras de consumo en adolescentes, lo que ya es un gran problema de salud pública. Nuestras cifras nos ubican entre los países con mayor consumo a nivel mundial, con efectos deletéreos como una reducción en el coeficiente intelectual y mayor desarrollo de psicosis.
Los médicos tenemos esperanzas en el uso medicinal del cannabidiol (CBD), uno de los 450 componentes que tiene la marihuana, y con lo cual se están desarrollando ensayos clínicos en diversos problemas de salud, como antiepiléptico, analgésico, etcétera. Debe aclararse que ningún ensayo clínico comparativo hasta ahora ha mostrado eficacia superior con derivados de marihuana cuando se les compara con lo utilizado en la actualidad. Vemos con interés la investigación internacional donde hay casos en los que el cannabidiol (CBD) surge como una esperanza. Esto no debe ser confundido con el uso de extracto o aceite de planta total, donde van incorporados todos los componentes perjudiciales y adictivos conocidos.
Convocamos al Estado e instituciones de salud pública a un diálogo que promueva bienestar y bioseguridad a los pacientes, compartir la evidencia científica, y respetar la convención internacional de los derechos del niño, de "proveer un ambiente libre de drogas a nuestros niños y adolescentes".