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La necesaria paz mundial

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Se recuerdan por estos días los 70 años de término de la II Guerra Mundial, el conflicto bélico más costoso y terrible de la historia. Unos 100 millones de militares movilizados y entre 50 y 70 millones de víctimas fatales, además de millones de heridos y afectados, dan cuenta de la magnitud de la conflagración.

Suele ubicarse el origen del conflicto en el 1 de septiembre de 1939 con la invasión concertada entre nazis y soviéticos a Polonia, pero es indudable que los antecedentes son previos, probablemente en la misma culminación de la primera gran guerra.

Desde entonces, con un conflicto muy mal resuelto se larvó, especialmente en Alemania, un estado de decepción que cuajó la figura de Adolf Hitler, el verdadero tótem de un conflicto extendido por el Viejo Continente, Asia y América.

El mundo moderno no se entiende sin esta guerra que cambió los mapas y provocó transformaciones profundas: mostró barbaridades enormes, como el holocausto, dio origen a la era nuclear y a la posibilidad real de que el hombre pueda destruir el planeta. De paso, confirmó los peligros que subyacen en los fanatismos extremos, con liderazgos destructivos que creen tener la verdad exclusiva.

Pero también -y sólo después del dolor- nace el compromiso por la paz, el desarrollo y la gestión armónica en varios estados. El surgimiento de la ONU, tras 1945, el resurgimiento y la modernización de países asiáticos como Japón y Corea, la consolidación de los bloques de Washington y Moscú y la partición de Alemania, resuelta casi medio siglo después, fueron algunos de los efectos.

Hay cosas que no pueden olvidarse y la guerra acaecida entre 1939 y 1945, que culminó con las bombas sobre las ciudades niponas de Hiroshima y Nagasaki, es uno de tales ejemplos.

Han pasado apenas siete décadas y para muchos las heridas y traumas de aquellos momentos ya parecen olvidados, lo que no es sano en absoluto.

Los millones de muertos y la destrucción inverosímil provocada, nos recuerdan que cuestiones como la libertad, la democracia y el respeto son valores supremos que deben cultivarse y protegerse siempre para no tropezar nuevamente con la misma piedra.

Tiempo de correcciones

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Luego de terminado el primer trimestre del presente año, al darse a conocer las principales cifras que alcanzó la economía en ese período, se hacía presente que se empezaban a ver "brotes verdes". Se utiliza esta metáfora para expresar que se vislumbraba el esperado cambio de tendencia hacia un crecimiento más regular y sostenido, que de paso empezaría a confirmar las cifras proyectadas para el presente año, cuando se llegó a estimar, por diversos agentes económicos, que el rango de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), estaría entre un 3,5 % y un 4,5 %, vislumbrándose el término de un ciclo con características recesivas, como ocurrió en el año anterior.

Lo que se comprueba, lamentablemente, a la luz de las últimas cifras, parece ser que estos "brotes verdes", fueron muy débiles y que empezaron a marchitarse tempranamente. Así lo demuestran las últimas cifras del Imacec (Índicador mensual de actividad económica) respecto a los niveles de crecimiento de la economía, y con esta información han seguido los ajustes a la baja, en línea con una serie de indicadores.

Lamentablemente se mantienen, paralelo a lo anterior, grandes desencuentros en el país, que están dando cuenta de un mayor grado de incertidumbre, como pérdida de confianza de empresarios, trabajadores y pesimismo generalizado respecto de las áreas política, económica y social, que empiezan a delinear el peor escenario por el cual debe transitar la economía.

¿Cómo es posible que esta situación, este escenario se vaya quedando enquistado y se siga así retrasando en el país lo requerido con urgencia, la estabilidad en todas sus instituciones?

Deberá ser tarea de las nuevas autoridades ministeriales, en particular las de Hacienda y del Trabajo, realizar los cambios de rumbo necesarios y hacer entender a todos los frentes involucrados en la economía, de una vez por todas, que la principal forma que tiene el país para superar tantos problemas y necesidades, es por medio del crecimiento económico, para luego apostar por su desarrollo definitivo.

De nada servirá seguir pensando en intereses personales o de grupos, por sobre el interés general de la nación. De otra forma, por medio de sostener "gallitos" de fuerza, no sólo no se conseguirán los objetivos principales, sino que se terminará dañando, justamente a aquellos que se trata de beneficiar, si se insiste en imponer cambios, reformas y modificaciones no consensuadas, por los diferentes agentes de la economía.