El populismo
Parece ser un lugar común comenzar a repetir el discurso que la crisis que estamos experimentando puede desencadenar en la aparición de un populista que termine por socavar la institucionalidad democrática. Es más, algunos se atreven a señalar que nos podemos convertir en una especie de Venezuela o Argentina.
Al respecto, habría que señalar que cada país tiene sus propias particularidades, tradiciones, culturas e identidades; por lo tanto, hacer analogías con otros procesos políticos de la región más parece ser una forma de propagar el miedo en la población o bien un mecanismo para defender la hegemonía en cuestión.
Un ejemplo de aquello es el llamado a una Asamblea Constituyente. Lo que para algunos constituye un legítimo espacio de participación y deliberación política ciudadana en aras de construir una nueva institucionalidad que sea legítima, representativa y participativa, para otros no pasa de ser una demanda populista que nos conduciría a un camino político sin retorno y con daños inconmensurables para nuestro país.
Al respecto ¿aquellos que hablan de populismo, sabrán efectivamente lo que esto significa, tanto conceptual como a nivel de experiencia histórica? Es cierto que en una primera lectura se suele asociar el populismo con la demagogia, asistencialismo, personalismo y un fuerte autoritarismo. Una especie de degradación de la democracia, claro que vista desde la perspectiva de la democracia liberal.
El populismo -como muy bien lo expresó Ernesto Laclau- requiere tres condiciones. Primero, una relación solidaria entre una pluralidad de demandas insatisfechas. Segundo, elaborar, a partir de estas demandas, un discurso dicotómico que divida a la sociedad en dos campos: los de abajo (pueblo) y, frente a él, el poder social y político, cuyos canales institucionales tradicionales no logran canalizar las demandas planteadas. Y tercero, un discurso dicotómico que gira en torno a ciertos símbolos que significan al "pueblo" como totalidad. Los tres aspectos se canalizan en la figura líder o populista.
Así, el populismo puedes ser de derecha o izquierda, no tiene un contenido ideológico determinado. Es más, es una forma de la política, que tiene como objetivo incorporar a los sectores subalternos a la arena política. Por lo tanto, un tipo de gobierno que tiene como objetivo ampliar las bases democráticas de la sociedad.
No se trata de defender el populismo o decir que el populismo es sólo de izquierda. Simplemente se requiere pensar los procesos sociales y políticos bajo una mirada un poco más amplia y así no caer en caricaturas y para aquello se requiere leer un poco, ampliar las miradas para dejar a un lado los lugares comunes y las simplificaciones políticas.