Prevención es la clave
Pese a que la sequía mantiene en un nivel mínimo el agua caída, es necesario que la Región del Biobío se encuentre preparada para enfrentar las primeras lluvias. El promedio histórico en la zona es de 1.300 milímetros, pero en los últimos años no ha superado los mil milímetros, por la sequía que afecta a la zona desde 2002.
El presidente regional del Colegio de Prevencionistas de Riesgos, Alejandro Valdebenito, ha señalado que, pese a eso, existen problemas de prevención de emergencias, que podrían quedar en evidencia cuando se descarguen los aguaceros. De ahí que plantea la necesidad de estar preparados. "Hemos tenido la suerte de que hay una baja en las lluvias, pero si hay un año más lluvioso de lo normal, no estamos preparados en materia de prevención", señaló recientemente en una entrevista con El Sur.
A juicio del especialista, los problemas se asocian principalmente a los planos reguladores, donde los municipios no consideran la presencia de riesgos en las construcciones, y a la falta de preparación de la ciudadanía. Lo ocurrido en las últimas semanas en el norte del país es un reflejo de esa falta de prevención.
En 2006 se alcanzaron los máximos niveles de agua caída en la Región del Biobío, que provocaron salidas de esteros, ríos e incluso un aluvión en Chiguayante, que dejó víctimas fatales. En esta zona también se está construyendo en zonas colindantes a ríos, como el caso del Andalién, y en áreas que pueden ser inundables.
Es usual que las primeras lluvias otoñales dejen en evidencia las dificultades que existen en algunos barrios para encauzar las aguas y evitar las inundaciones. Se generan anegamientos de los pasos bajo nivel y en las calles céntricas. Es cierto que en otoño la caída de las hojas de los árboles obstruye los colectores de aguas lluvia, por lo que es necesario que éstos sean limpiados con frecuencia, para evitar problemas.
Las ciudades deberían aprender a convivir con el nivel de las precipitaciones, sus ríos, esteros y canales, y eso supone mantener expeditos los cauces. Los operativos de invierno y la eliminación de riesgos potenciales deben comenzar con anticipación, no sólo a nivel de servicios y municipios, sino también de los vecinos, con limpieza de canaletas y desagües, para evitar que cada año haya que lamentar que la lluvia y el viento dejen damnificados.