Aurora en jaque
Construir ciudad es un hecho complejo que va más allá de la ejecución de infraestructura o una suma de edificios, calles, parques y espacio público. Es un acuerdo entre ciudadanos que deciden vivir en comunidad en un territorio y, desde ese lugar, conformar barrios con valores, culturas y tradiciones que constituyen nuestra identidad, espacio donde se desarrolla el quehacer cotidiano y se generan sueños y expectativas. Cada obra, proyecto, propuesta y acción deberían enriquecer la vida ciudadana en todos los ámbitos. La participación y el diálogo son fundamentales para impulsar visiones de sociedad común y fundar un proyecto de ciudad apropiado a cada realidad.
Aurora de Chile enfrenta una amenaza ante una necesidad real, el compromiso del Estado y la administración local de solucionar la conexión del Puente Bicentenario y consolidar la renovación del sector Costanera. El barrio, que ha sobrevivido por más de 80 años, sabe del esfuerzo de sus primeros habitantes, personas trabajadoras, muchas emigradas desde el campo, en una época en que la sociedad no gozaba de adecuadas políticas sociales.
Esos terrenos eran bordes del río, inhabitables e inundables lo que implicó hacer obras de relleno y compactación del suelo durante generaciones para construir. Sus habitantes acarrearon tierra a mano y a pala para ganarle terreno al río hasta levantar sus viviendas que, aunque precarias, son el hogar de sus abuelos. El lugar donde en 1939 fue fundado el Club Deportivo Social y Cultural Huracán, uno de los clubes de fútbol amateur más populares de la ciudad, hoy está expuesto a ser erradicado, rompiendo el vínculo de pertenencia.
Aurora debe ser intervenida y sus habitantes reubicados y en algunos casos expropiados, pero sin borrar su identidad, vínculos y redes, manteniendo así el sentido de pertenencia de sus habitantes basado en la proximidad o en la historia compartida. Puede constituirse en paradigma de gestión urbana y renovación o recuperación de una trama deteriorada y a su vez en una exitosa aproximación de inclusión social y participación, sin apuros ni plazos inalcanzables, sino con la convicción y dignidad de una solución de calidad.
Puede pasar de ser mirado como un espacio de conflicto a convertirse, recogiendo el significado de su nombre, en la "claridad y luz sonrosada que precede inmediatamente a la salida del sol" y "salir del crepúsculo nublado a un amanecer despejado". Tenemos la oportunidad de dar señales sobre la ciudad que queremos construir a partir de un proyecto contemporáneo sin perder nuestra identidad.
Para construir una sociedad madura debemos actuar como ciudadanos empáticos, debemos mirarnos como vecinos y lograr consenso para quienes están expuestos a ser erradicados rompiendo el vínculo de pertenencia.