Buenos profesionales
Formar a profesionales de excelencia, competentes, preparados para enfrentar el exigente y cambiante mercado laboral, conscientes del deber que tienen frente a la sociedad y con valores sólidos es el desafío diario de las instituciones de educación superior. No obstante, la tarea no está completa si falta la formación cívica y ciudadana de los estudiantes en su paso por la universidad.
Las instituciones educacionales deben ser espacios en que los jóvenes no sólo adquieran aprendizaje cívico, sino que además asuman como un deber la participación en organizaciones estudiantiles para que sea ésta el preámbulo de su futura participación responsable en diversas organizaciones ya sea sociales, gremiales, deportivas o sindicatos y obviamente también en los procesos políticos que vive el país. De este modo, las universidades tienen el deber de promover y facilitar la organización de los estudiantes en centros de alumnos y federaciones que en su funcionamiento apliquen prácticas democráticas.
El país, para avanzar y alcanzar el anhelado desarrollo, requiere profesionales que respondan a las necesidades del mercado y que dominen las competencias técnicas de su disciplina, pero sobre todo necesita personas comprometidas con el devenir de la sociedad, o sea, buenos ciudadanos.
Hoy, en un contexto en que las redes sociales se han transformado en un espacio de participación recurrente y muchas veces estéril, y en que el anonimato que éstas pueden proporcionar es una tentación para emitir críticas ácidas y destempladas que en nada ayudan al fortalecimiento de la democracia, los educadores debemos asumir como tarea insoslayable la formación cívica de los jóvenes. Transmitir el respeto por los valores que han sustentado la institucionalidad y la democracia del país es una tarea que los docentes deben cumplir durante todo el proceso de formación escolar y universitaria.
En este contexto, ha surgido la idea de reponer la educación cívica como asignatura en el currículo escolar. Hoy la formación ciudadana está presente como objetivo transversal en diversas asignaturas y, por lo mismo, se corre el riesgo de no darle la profunda trascendencia que tiene en la formación.
Por ende, podría ser beneficioso volverla a incluir como un ramo, pero asumiendo que aquello no es por sí solo suficiente. La formación ciudadana debe estar presente a lo largo de toda la enseñanza, desde los primeros años hasta la educación terciaria, y debe ser responsabilidad no sólo del ámbito educativo formal, sino que también de las familias que, como primeros educadores, deben asumir la tarea de transmitir los valores que han sustentado nuestra república en más de 200 años de historia.