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Junji conmemora sus 45 años repletos de cambios y desafíos

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La incorporación de la mujer al mundo del trabajo cambió a la sociedad, pues con ello se generaron nuevas realidades. Una de éstas fue la necesidad de atención de los niños y niñas menores de seis años, muchos de los cuales no eran cubiertos por el sistema educativo ni por el de cuidado.

Ante ese contexto se hizo imperioso crear una institución que atendiera a los más pequeños de manera integral, mientras sus madres desarrollaban sus actividades. Las primeras iniciativas al respecto datan de 1968, cuando un grupo de diputadas presenta el primer proyecto de ley para crear la 'Junta Nacional de Guarderías Infantiles', la que, sin embargo, siempre se concibió como un espacio educativo donde el menor, junto a aprender a convivir con sus pares, obtuviera una educación acorde a su edad, así como también una alimentación y un cuidado médico-dental según las normas y recomendaciones de los organismos internacionales.

Fueron intensas las conversaciones hasta que el 20 de abril de 1970, bajo la presidencia de Eduardo Frei Montalva, se publicó en el diario oficial la ley 17.301 que creó la Junta Nacional de Jardines Infantiles -Junji-, como una corporación autónoma con personalidad jurídica de derecho público y funcionalmente descentralizada, que se relaciona con otros poderes del Estado mediante el Ministerio de Educación.

De esta manera, hoy, la Junji es la institución especializada en atención integral del párvulo más antigua de América Latina.

NECESIDAD Y ASISTENCIA

En 45 años de quehacer son muchas las historias que contar e innumerables los desafíos que se han debido enfrentar. Pero esta institución se mantiene a pesar de las dificultades. Según la educadora de párvulos, Silvia Andrés, uno de los aspectos que les ha permitido mantenerse es la dedicación de quienes son parte de la Junji, sobre todo, de aquellas que estuvieron en los tiempos más difíciles del país.

Ella, actualmente supervisora técnica de esta institución, tiene 37 años ligada a ésta. La imagen de filas y filas de personas esperando durante todos los días a la semana para encontrar un cupo, le hacen recordar la impresionante demanda que había en aquellos años donde la pobreza era dura y las carencias inimaginables.

Realidad que empeoró con la dictadura, época en la que se disminuyó el coeficiente técnico de los establecimientos y se privatizó la alimentación mediante la aparición de las empresas concesionarias. "De una alimentación totalmente natural se pasó a una donde se daba sucedáneo de leche, harina de leguminosa o comida enlatada, algo que consumieron los niños, permanentemente y durante muchos años. Comenzó una atención bastante más asistencial debido a los niveles de pobreza que provocó que los jardines se convirtieran en subsidiarios de la alimentación de esos niños, que a pesar de que no era tan buena, al menos tenían donde comer", cuenta. Por eso, no esconde la emoción cuando rememora sus inicios en la Junji, cuando la pobreza era una totalmente distinta a la que se ve ahora. "Los niños estaban desnutridos, algo totalmente contrario a la realidad actual donde hay un problema de malnutrición por exceso. También estaban llenos de infecciones o andaban sin zapatos", dice.

FUERTE COMPROMISO

Ante la carencia, la satisfacción era enorme cuando estos pequeños y pequeñas que vivían grandes carencias eran felices al llegar al jardín infantil y jugar con aquello que con tanto esfuerzo diseñaban las educadoras.

Y es justamente eso lo que cree que ha hecho mantenerse durante más de cuatro décadas a la Junji. "Aunque parezca extraño, por lo menos para las más antiguas esta institución es como nuestra alma matter y el nivel de compromiso es demasiado alto. La gente aquí era esforzada y sacrificada, a veces no había ningún material didáctico, pero los jardines se mantenían gracias a esas educadoras que forraban cajas, que traían juguetes desde sus casas, que pintaban las salas o dedicaban los fines de semana a pintar murales. Vivíamos para la institución, para los niños y niñas, porque el trabajo final nos importaba muchísimo", afirma.

AUMENTAR COBERTURA

Al llegar la democracia comenzaron se volvió a la alimentación natural y de calidad, se elevó el coeficiente técnico, y se comenzó a dar énfasis al rol educativo-social, como se había tenido siempre, pero más centrado en los derechos de los niños, que Chile ratificó en 1990 .

También se fue aumentando la cobertura, algo que sigue siendo uno de los desafíos actuales . Así lo cuenta la directora regional de Junji, Andrea Saldaña. "Hoy tenemos 41 jardines clásicos, 56 alternativos y 263 Vía Transferencua de Fondos. Además están los programas del ministerio de Desarrollo Social que son aproximadamente cien, que son distintas modalidades que están en sectores que no tienen otra oferta educativa, unos dirigidos a las mamás y otros a los niños. Entre todos estos se atienden aproximadamente 18 mil niños, pero la meta para los próximos tres años es aumentar la cobertura en 13 mil niños más".

Y es que la necesidad de atención a la primera infancia es una permanente, donde las listas de espera de las salas cunas y jardines infantiles gratuitos y dirigidos a aquellas personas que viven en condiciones de vulnerabilidad, es una realidad continua.

Algo que cobra mayor relevancia si se considera que el acceso temprano a la educación marca la diferencia. "La evidencia científica es numerosa respecto a lo determinante que resulta para niños y niñas involucrarse a los procesos educativos tempranamente, no sólo por un tema cognitivo, sino que también afectivo, motriz y social". Al respecto, destaca que el beneficio de incorporarse a la educación inicial también se relaciona con la socialización con los pares, lo que fomenta el desarrollo de la ciudadanía, ya que los niños aprenden a vivir en sociedad y mantener rutinas, compartiendo con el otro, lo que los ayuda a enfrentar mejor el futuro.

"También hay un acompañamiento para las familias, porque cuando un niño o niña asiste al jardín infantil o sala cuna, el personal también va orientando la crianza y uno puede ir visualizando alguna situación de riesgo o algún rezago en el desarrollo, de manera de ir colaborando también con la familia. Eso es muy importante, porque hay familias que crían a sus niños muy solas", manifiesta.

MEJORAR

Según la subdirectora técnica, Mafalda Díaz, los diversos contextos que ha debido enfrentar la Junji hacen que esté empoderada y tenga un rol protagónico en materia de infancia. "Se han hecho inversiones importantes, realizado investigaciones con personas que trabajan a nivel nacional e internacional lo que nos ha permitido tener un fundamento, políticas públicas, bases curriculares sólidas y programas de la institución que no sólo han servido a la Junji, sino que también para el exterior y eso es muy importante", dice.

Asimismo, cree que algo clave es que se han integrado temáticas y conceptos trascendentales y necesarios en la sociedad actual como la inclusión y la interculturalidad. Así, por ejemplo, desde el 2007 se contrataron asesores expertos en interculturalidad y por primera vez se hizo una reproducción de libros infantiles con este concepto para trabajar en todos los establecimientos con historias interculturales. Y, hoy, se tienen jardines y salas cunas con sellos interculturales.

"Para mantenernos debemos estar a la vanguardia de los contextos sociales y esto plantea nuevos y permanentes instituciones. La convicción es siempre ir mirando hacia arriba y mejorar", concluye.