El desafío de formar lectores
Se celebra el Día del Libro y en muchas escuelas de nuestro país y en las instituciones con las que trabajamos en educación, celebramos con entusiasmo la formación de nuevos lectores.
En el torbellino por seleccionar las mejores herramientas y ser eficaces en la enseñanza de la lectura, en ocasiones nos olvidamos de los motivos por los cuales enseñamos a leer y la relevancia que tiene para el estudiante y la sociedad.
Enseñar a leer es un proceso complejo, que implica introducir a nuestros niños y jóvenes en una práctica social (y así en una sociedad), donde el lenguaje y la lectura permiten vincularnos con otros y con nosotros mismos. Así, la lectura, se entiende como una herramienta fundamental para pensar, conocer, reflexionar, comunicar, actuar y construir nuestra identidad con otros.
Uno de los principales desafíos para la enseñanza de la lectura, es desarrollar buenos lectores desde una perspectiva integral, lo que requiere considerar al menos 5 aspectos fundamentales:
Que la escuela es un lugar privilegiado para la lectura.
La importancia de tener una mirada integral, donde la enseñanza de la lectura y el desarrollo del interés no son pasos secuenciales, sino que deben ir de la mano desde sus inicios.
El docente debe convertirse en un mediador, en un facilitador para que el estudiante comprenda y asimile los múltiples propósitos de leer, transformándose así en un lector autónomo y crítico.
Facilitar experiencias de lectura que sean variadas, atractivas y desafiantes, ya que desarrollar el gusto por la lectura es más fácil si el estudiante puede disfrutar de la experiencia de leer y de aprender a leer.
El lector se va construyendo a lo largo de toda la enseñanza, por lo que es necesario que el estudiante pueda vincularse con la lectura, desde sus ideas, intereses, afectos y emociones, por lo que éstos deben ser necesariamente considerados en el diseño de estrategias y uso de recursos.
Es necesario que profesores, y quienes trabajamos con ellos, podamos identificar aquellas capacidades y condiciones necesarias para que el docente pueda desarrollarse como un buen mediador; que enseñe la lectura como una práctica asociada a múltiples propósitos y que entusiasme y acompañe al estudiante en su trayectoria lectora.