Una investigación realizada por la Universidad de Manchester (Reino Unido) asegura que el color de la luz tiene un gran impacto en la forma en la que el reloj cerebral mide el momento del día y en cómo se ajusta el comportamiento de los animales.
En función de este estudio, el color podría manipular el reloj interno de los seres humanos, lo que sería útil para los trabajadores que cambian de turno o los viajeros que sufren "jet lag".
El hallazgo, publicado esta semana en la revista Plos Biology, explica cómo nuestro reloj interno puede medir los cambios en el color de la luz que acompañan el amanecer y el atardecer.
Además de los cambios conocidos en la intensidad de la luz que se producen dependiendo de la salida y puesta del sol, los científicos vieron que durante el crepúsculo la luz es claramente más azul que durante el día.
También midieron la actividad eléctrica del reloj cerebral durante un ejercicio en el que mostraron a ratones diferentes estímulos visuales, lo que les permitió descubrir que muchas de las neuronas eran más sensibles a los cambios en el color entre el azul y amarillo que a variaciones en el brillo.
Los científicos simularon un cielo artificial que recreaba los cambios diarios en el color y el brillo, bajo el cual colocaron a los roedores durante varios días.
Las temperaturas más altas del cuerpo se registraron justo después del atardecer, cuando el cielo se tornaba de un azul más oscuro, lo que indica que su reloj biológico estaba funcionando de manera óptima.
Sin embargo, si se variaba únicamente el brillo del cielo, los ratones aumentaban su actividad antes del anochecer, lo que demuestra que su reloj biológico no se correspondía con el ciclo día-noche.
El director de la investigación, Timothy Brown, resaltó que es la primera vez que se puede demostrar la teoría de que el color afecta al reloj biológico en cualquier mamífero. El especialista también aseguró que el resultado de esta investigación se puede aplicar a los seres humanos.