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El valor del servicio público

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¿Qué duda cabe? hoy, los servidores públicos que trabajan en el ámbito de la política están mal evaluados; basta con mirar las últimas encuestas: su imagen ha decrecido substancialmente y, para una gran mayoría de compatriotas, política y corrupción resultan ser términos iguales.

Sin embargo, esta mirada oscura del ejercicio político no es nueva. Recordemos lo acontecido durante el régimen militar donde su descalificación fue asumida como una tarea permanente; donde la anulación de quienes se dedicaban al ejercicio político militante era diaria. De este modo, se buscaba desconocer el valor que los partidos políticos y las organizaciones sociales tienen en una sociedad democrática y desarrollada; se llegó a afirmar que Chile "no necesita de políticos y, menos aún, de partidos".

Pienso que no es necesario entrar en el análisis del por qué, en determinados momentos de nuestra historia, esta situación se ha dado. Me parece más constructivo reflexionar positivamente sobre el sentido y fin del servicio público. Tarea emprendida por muchos compatriotas que han visto, en el trabajo social y comunitario, una vocación noble a seguir.

Tengamos presente que, a pesar de la adversidad del momento, la cuestión política es esencial a nuestra naturaleza humana y, por ello, irrenunciable. Somos, por definición, seres políticos, partícipes de una comunidad humana, sin la cual no podríamos vivir y menos desarrollarnos. Es esta verdad la que nos hace responsable de lo que ocurre. Por ello, la tarea de quienes quieren hacer de la comunidad humana una sociedad constructiva es fundamental; su labor es, por definición, necesaria y esperanzadora.

El Papa Francisco, en Evangelii Gaudium, hace un importante reconocimiento de quienes dedican su vida al servicio público. El político, que actúa por vocación, comprende que su tarea es irrenunciable y que, en su práctica, aporta al desarrollo de la sociedad.

Hoy, vivimos una crisis política profunda, pero estamos convencidos que sabremos salir airosos de ella. No debemos caer en el fácil ejercicio de denostar a nuestros políticos, desconociendo que hay líderes honestos y dispuestos a hacer de nuestra patria una tierra poblada de hombres y mujeres buenos. Chile es un suelo de esperanza, un piso firme donde podemos encontrar estabilidad y seguridad; somos un pueblo que busca crecer y madurar. Por ello, no nos perdamos en la confusión que nos provoca, en ocasiones, un devenir no siempre orientado por el bien y la verdad.

Voluntariado estudiantil, más que una tarea, una responsabilidad

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En nuestro país tenemos varias características que nos identifican, con la que nos reconocen en otros lados y claramente una de ellas tiene que ver con la solidaridad y entrega cada vez que nuestros compatriotas lo necesitan, ya sea por una tragedia o eventualidad que necesite de una mano amiga.

Es aquí donde nuestros jóvenes generalmente nos impresionan y llenan de orgullo, sacando lo mejor de nuestra idiosincrasia a través de las diferentes acciones que se desarrollan.

Muchas veces se habla de una tarea pendiente, de educar para luchar contra la desigualdad, donde cada vez más instituciones públicas o privadas nos sorprenden con actividades de voluntariado de alto impacto, y con inversiones de recursos millonarios en su desarrollo, moviendo cantidades impresionantes de voluntarios a sus campañas. Sin embargo, ¿estamos cumpliendo de verdad con esta responsabilidad?

La verdad es que se debe realizar una autocrítica al momento de evaluar estas situaciones y utilizar el concepto de "terminar con la desigualdad", construyendo una vivienda para una familia, o arreglando una plaza, pintando las veredas de un barrio…es difícil de descifrar.

Las intervenciones en este tipo de acciones deben poseer continuidad y un carácter permanente de desarrollo, apadrinar muchas veces a un sector o una comunidad y generar un trabajo responsable a largo plazo con el fin de poder observar resultado concretos y reales en la superación de las dificultades que el lugar a intervenir pueda presentar.

Muchas veces construir una vivienda es una gran obra, pero es menos que ver aprender a leer a una persona de 40 años, o entregarle capacitaciones para el desarrollo personal a un dueña de casa para el desarrollo de su pyme. Todas las obras tienen un alto impacto, sin embargo el desarrollo continuo nos entrega la opción de poder visualizar el crecimiento de lo que estamos realizando y sentir de verdad el aporte que estamos generando en nuestra comunidad.

La tarea del voluntariado es permanente y la responsabilidad continua… quienes nos atrevemos a ser parte de este tipo de desafíos debemos comprometernos no sólo con el aporte que esto es para nuestro país y el beneficio que pueda significar en los lugares intervenidos, sino que va más allá. El voluntario es un agente de cambio, que si observa y comprende lo que hace durante su paso por la experiencia que decide vivir, será un aporte gigantesco al cambio y cultural de nuestro país.