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Educación superior

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En el marco de la reforma a la educación, un tema que ha generado acalorados debates es el que dice relación con el financiamiento de la educación superior. Aun cuando el tema es muy relevante, no hay que desconocer que gran parte de la discusión no se ha centrado en el esquema de financiamiento y en las potenciales virtudes o limitaciones de los esquemas propuestos, sino que en la confusión que ha generado la utilización del término "gratuidad".

Como es lógico suponer, no existe ningún sistema gratuito de provisión de educación superior. La educación involucra un costo y alguien tiene que financiarlo. En términos generales, existen dos esquemas de financiamiento: uno que se asocia los países europeos, basado en el financiamiento del Estado, y otro sistema mixto, como el americano, con un fuerte componente de financiamiento privado, que complementa el financiamiento público.

El sistema nacional vigente es más parecido al americano. Las familias financian la educación superior fundamentalmente con becas y préstamos, que no necesariamente cubren la totalidad de los aranceles, ni otros gastos como alimentación, residencia, materiales y libros, entre otros, y cuya devolución se realiza una vez egresado el estudiante y es contingente a los ingresos que perciba en el mercado laboral y, la verdad sea dicha, a la disposición que tiene el egresado a devolver los recursos que le fueron facilitados como préstamo.

Opuesto a este esquema se plantea un sistema financiado por el Estado, ya sea a través de los ingresos obtenidos con su actual estructura impositiva o, como algunos han planteado, a través de un impuesto específico que tendrían que pagar los titulados. Ambos esquemas de financiamiento requieren que el Estado destine hoy una mayor proporción de su presupuesto al gasto en educación superior y, por lo tanto, que queden menos recursos disponibles para ser destinados a cubrir otras necesidades públicas.

Sin embargo, si las instituciones de educación son efectivas en términos de proporcionar a sus egresados competencias y herramientas que eleven su productividad laboral, uno podría esperar que en el futuro este mayor gasto se podría traducir en un mayor crecimiento económico y, por lo tanto, de la base impositiva, lo que ahora le permitiría al Estado probablemente contar con mayores recursos para financiar los sectores que tuvieron que ser postergados para financiar la educación superior.

Aquí radica la diferencia con el segundo esquema, el crecimiento en la base impositiva no sería suficiente y se requeriría que los titulados devuelvan parcial o totalmente los recursos facilitados a través de un impuesto específico.

Reprobación ciudadana

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La última encuesta Adimark ha revelado una baja aprobación a la gestión de la Presidenta Michelle Bachelet, del gobierno, pero a la vez hay una alta reprobación a las dos coaliciones políticas. El 63% desaprueba a la Nueva Mayoría y el 74% rechaza la actuación de la Alianza. La percepción negativa se extiende al poder legislativo, en este caso, 75% de reprobación al Senado y 77% a la Cámara de Diputados.

El interés de la gente parece estar hoy lejos de la política partidaria y peligrosamente cada vez más peleada de lo público. Es evidente que crear grupos o movilizar personas por la política es cada vez más difícil, y este no es un fenómeno exclusivamente chileno. Hasta hace unas décadas, las izquierdas o derechas dominaban prácticamente todos los planos de la sociedad y de las personas.

Pero eso hoy es una ilusión, las sociedades y las personas son más complejas, más heterogéneas, desprejuiciadas y libres en el pensamiento. La cultura política es cada vez menos influyente, mientras otros aspectos ganan terreno, como los medios de comunicación, las redes sociales, la moda, el fútbol, o las expresiones de los espectáculos musicales.

Hace unos días se informó que poco más de 19 mil personas votaron a lo largo de todo el país en las elecciones de la DC, uno de los partidos más grandes e importantes del país. Las cifras contrastan con cualquier actividad de entretenimiento que se realice. Un partido de la Selección Chilena moviliza 60 mil personas al estadio, más aquella que lo ve por TV. Ello nos dice que el individuo es más difícil de mover en torno a grandes ideas, pero sí respecto a situaciones específicas. De allí el éxito de grupos que exigen arreglos específicos y están compuestos por un amplio rango de sujetos, de distintas clases sociales, religiones y creencias.

Las democracias necesitan los partidos, que son instituciones fundamentales y ahuyentan los populismos, pero requieren cambios importantes y hacer mucho más de lo que hacen hasta hoy. Están muy concentrados en una guerrilla de declaraciones descalificadoras, se aprecia un inmovilismo partidario y la falta de ideas que beneficien a la ciudadanía.

Buena parte de los problemas que hoy tiene el Estado son de tipo político y el futuro pasará por tal ámbito. De allí la urgencia de salir adelante.