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El imperialismo abortista

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Resulta curioso que el gobierno y los sectores afines al mismo despotriquen tanto contra el "imperialismo capitalista" y funden en buena medida su razón de ser en oponerse al mismo y a la vez, le sigan el juego a lo que podría llamarse el "imperialismo abortista", que pretende imponer el aborto en todo el mundo por simple deseo, generalmente de la mujer, dentro de los llamados "derechos sexuales y reproductivos"

En efecto, este "imperialismo abortista" arranca del gigantesco esfuerzo llevado a cabo desde hace más de cincuenta años por varios países del norte, tanto del Este como del Oeste, así como por diversas instancias internacionales, por imponer el control demográfico a nivel mundial a través de cualquier medio, lo cual incluye al aborto. Ya en 1960, Stanislas de Lestapis, un demógrafo de la época, advertía sobre este fenómeno en su obra "La limitación de los nacimientos", en la línea de las políticas neomaltusianas, que han continuado hasta hoy siempre apuntando a lo mismo: a disminuir la población del planeta a como dé lugar.

De este modo, obras tan conocidas como "La bomba P", de Paul Ehrlich, de 1969 o "Los límites del crecimiento", del Club de Roma, de 1972, así como otras casi ignotas pero muy influyentes, como el artículo de Bernard Berelson, presidente del Population Council, titulado "Más allá de la concepción", de 1969; el llamado "Memorandum de Jaffe", de Frederich S. Jaffe, vicepresidente de la Planned Parenthood Federation of America, de 1969; o el artículo "Crecimiento de la población y planificación familiar en Estados Unidos. Una revisión de la literatura atingente", de 1970, de Robin Elliott y otros, han hecho que este propósito haya tenido notable éxito hasta el día de hoy.

Sin embargo, la "carta magna" de este proceso ha sido el conocido "Informe Kissinger", de 1974 (desclasificado en 1989), que entre las múltiples medidas para conseguir esta meta, contempla obviamente el aborto a petición.

A todo lo señalado, debe añadirse el notable efecto que han tenido diferentes conferencias internacionales sobre población (Dacca, 1969; Bucarest, 1974; México, 1984; Río, 1992, Viena, 1993; El Cairo, 1994, Beijing, 1995, por mencionar algunas), sin las cuales, la realidad poblacional del mundo sería claramente distinta.

Sin embargo, tanto ha sido el éxito de este imperialismo, que el envejecimiento de la población ha dado lugar al llamado "invierno demográfico", el cual, aunque no quiera reconocerse, está poniendo en riesgo el futuro de naciones enteras, lo que hará cambiar notablemente las relaciones internacionales en la segunda mitad de presente siglo.

Así las cosas, ¿le seguiremos el juego a este imperialismo abortista?

Textos escolares

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El gobierno ha hecho un llamado a los colegios particulares subvencionados y municipales a priorizar el uso de los textos escolares que entrega el Estado, en momentos en que se desata la polémica por el alto costo que tienen los mismos libros que deben adquirirse en librerías, porque así lo exigen los establecimientos, argumentando que se trata de ediciones más completas para trabajar con ellas.

Es un debate que se genera todos los años al inicio del período escolar. Tal como en su oportunidad mencionó la Presidenta Michelle Bachelet, el Estado hizo un esfuerzo grande para comprar 17 millones de textos, que fueron repartidos de forma gratuita y de muy buena calidad. Sin embargo, hay colegios que los rechazan, los dejan almacenados -tal como lo han mostrado algunos reportajes en televisión- y piden a los padres que los compren en librerías.

Se recordará que hace unos días la Feria Chilena del Libro, una de las librerías más grandes del país, dio a conocer su decisión de no vender textos escolares en sus sucursales, porque son cada vez más caros, sin ninguna razón concreta, no están de acuerdo con las condiciones comerciales para la venta y porque "creemos en la entrega gratuita de los textos en todos los colegios de Chile".

Se estima que el mismo tipo de material tiene un costo para el Estado de alrededor de 1.400 pesos, mientras que en librerías las versiones publicadas por editoriales privadas alcanzan precios superiores a los 20.000 pesos. Según cálculos de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, un 64% de los gastos escolares que las familias deben afrontar proviene de los libros. Las editoriales plantean que sus libros son de calidad superior y que hay costos relativos a comercialización y distribución que es necesario cubrir.

Investigaciones periodísticas han determinado que los representantes comerciales de las editoriales ofrecen beneficios y establecen acuerdos con los directores de colegios, para que exijan al alumnado la compra de libros o que adquieran una marca específica de material. Cabe preguntarse si es ésta la mejor inversión posible de recursos en educación. Parece un despropósito este gasto anual por parte de las familias en textos escolares idénticos a los del año anterior y a los que regala el Estado, sobre todo en momentos en que se impugna el lucro en la educación.