Colegio, profesores y compañeros: Pilares del apego escolar
El inicio del año escolar, para muchos niños y niñas, es una fuente de preocupación y ansiedad, especialmente para aquellos que van por primera vez o que se cambian de colegio o de curso y "ser la o el nuevo (a)". También para quienes pasan de la básica a la media, se cambian de profesor jefe o se reencuentran con aquellos que los acosan o molestan. Así, se podría seguir enumerando situaciones que hacen del inicio de clases y del período escolar una época estresante para los alumnos y sus padres.
Existe una creciente evidencia respecto de la importancia del clima escolar en el desarrollo y el bienestar de los estudiantes (Aron y Milicic, 1999). Su importancia en el desarrollo del niño se desprende de la cantidad de horas que ellos pasan en el establecimiento educacional y de las innumerables experiencias, positivas y negativas, que allí ocurren en relación con sus pares, con sus profesores y con la misma institución.
El apego (seguro o inseguro) es un patrón relacional que se activa frente a necesidades y/o ansiedades que no puedo satisfacer por mí mismo y que deben ser resueltas de manera adecuada y oportuna por otro. Por ejemplo, en el caso del bebé son resueltas por la madre o cuidador principal. Por medio de él se generan modelos de las relaciones interpersonales y modelos del mundo como un lugar seguro o amenazante, confiable o poco confiable, amable o rechazante.
Dado que en el contexto escolar también surgen necesidades y/o ansiedad, muchas veces deben ser la misma institución, los profesores o los compañeros, quienes tienen que ayudarnos a resolverlas. Esto ha sido conceptualizado como apego escolar por autores como Lidia Alcalay y colaboradores (2012), Christian Berger y colaboradores (2009) e incluye aquellas conductas y actitudes provenientes desde el contexto escolar y que propician una relación cercana, contenedora y favorecedora de un desarrollo integral y seguro.
Frente a las preocupaciones, necesidades y/o ansiedades de nuestros hijos, surge la figura de los profesores como fuente de apego secundaria fundamental en la experiencia de seguridad de los niños. Son el referente del mundo adulto en la sala de clases y, por tanto, una base segura, que debe estar disponible y ser cercana. Entre otras características, el profesor, para transformase en una figura de apego seguro, debe conocer a sus alumnos, debe interesarse realmente por ellos, confiar ellos, generar espacios donde se dé intimidad, acogerlos y derivarlos cuando sea necesario.
A nivel de institución, el colegio, para transformarse en una figura de apego seguro, debe desarrollar un clima en que los niños se sientan pertenecientes, apoyados y seguros, favorecer relaciones positivas con los pares, respetar y valorar a sus alumnos.
Con respecto a la relación con los compañeros, un apego escolar seguro se relacionará con la existencia de respeto, confianza, valoración mutua, relaciones de cercanía, de disfrute, de complicidad y pertenencia, entre otras. Por lo tanto, en la medida que estas características estén dadas en el contexto escolar, nuestros hijos deberían sentirse más tranquilos y menos ansiosos de enfrentar el largo año escolar.
Paula Medina,
psicóloga y
coordinadora
clínica de Psicología Csuss, USS