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Asesinatos en el Kremlin

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Larga es la lista de atentados personales que han ensangrentado las calles de Moscú. El asesinato de Boris Nemtsov, baleado por la espalda en un puente a corta distancia del Kremlin, es solo el episodio más reciente.

El Presidente Vladimir Putin intentó inicialmente explicar lo ocurrido como el resultado de una disputa de Nemtsov con su novia o de una provocación de potencias extranjeras. Solo la semana pasada tuvo una mejor reacción: "Los crímenes que merecen titulares de primera página, incluyendo los que tienen motivaciones políticas, nos obligan a una seria preocupación… Necesitamos librarnos de la vergüenza y tragedia que acabamos de ver. Me refiero al descarado asesinato de Boris Nemtsov en pleno centro de Moscú".

No podía ser de otra manera. Nemtsov se preparaba para encabezar una protesta masiva contra las políticas de Putin. El domingo 1 de marzo la manifestación se efectuó de todas maneras, potenciada por la indignación que generó su asesinato.

Su pecado, según creen muchos en Rusia y en todo el mundo, fue manifestarse contra el apoyo de Moscú a los separatistas ucranianos. Tampoco le generaba simpatías en el Kremlin su destacada participación en el gobierno de Boris Yeltsin, al comienzo de la era post-soviética. Pero, además, tenía un apoyo creciente en el electorado que ha perdido la confianza en Vladimir Putin después de quince años en el poder.

Sospechosamente, el asesinato de Nemtsov se agrega a una larga lista de crímenes de opositores a Putin.

Algunos ejemplos.En 2006 la periodista Anna Politkovskaya fue asesinada en la puerta de su departamento. Sin pretensiones políticas declaradas, se había convertido en una dura crítica de Putin por el despliegue bélico en Chechenia y por su tratamiento de los derechos humanos.

También en 2006 el ex agente de seguridad Alexander Litvinenko murió en Londres. La causa: envenenamiento con Polonio 210, algo que no se vende en farmacias. Al día siguiente, Yegor Gaidar, economista que había colaborado con Yeltsin sufrió en Irlanda una misteriosa enfermedad. De vuelta en Moscú los médicos dijeron que se trataba de un principio de envenenamiento. Falleció tres años más tarde. En 2008 había expresado su rechazo a la política de Putin en Georgia: "Es una situación extremadamente peligrosa. El síndrome post imperial ha brotado plenamente".

La alusión puede considerarse trágicamente acertada. Rusia nunca ha tenido regímenes democráticos. Desde los zares, ha sido gobernada por dictadores autoritarios, incluyendo -en la época soviética- a José Stalin.

Putin parece sentirse cómodo en esa línea.

Nivel de satisfacción

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El grado de satisfacción de los chilenos entre los años 2011 y 2013 aumentó 7%, basado en datos de la encuesta de Caracterización Socioeconómica (Casen) de aquellos años, ha dicho un estudio elaborado por la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo.

En la encuesta Casen de 2013 se volvió a preguntar por la satisfacción de los individuos utilizando los mismos parámetros de 2011. En la pregunta se pidió a los encuestados que calificaran su nivel de satisfacción con la vida, definiendo el estar completamente insatisfecho con el número 1 y estar completamente satisfecho con el número 10.

En ambos años se mantiene la relación positiva entre el nivel de ingreso del hogar y el de satisfacción con la vida. Tanto en la cantidad de gente como en el puntaje que le asignan, las personas pertenecientes a los deciles de más altos ingresos se muestran más satisfechas con la vida que las pertenecientes a los deciles de más bajo ingreso. Según el informe, la satisfacción con la vida (felicidad) subió de 63% en 2011 a 70% en 2013 y esta mejora se podría relacionar con el movimiento de los ingresos en el periodo, donde hubo un alto crecimiento en lo económico y una reducción en la pobreza. Las mujeres califican su satisfacción con sus condiciones de vida de forma más cautelosa que los hombres, mientras que los jóvenes siguen siendo los que declaran mayores niveles de felicidad.

Sin embargo, cada región tiene sus particularidades, de manera que los mayores niveles de agrado con su situación de vida se encuentran en Magallanes, Antofagasta, Atacama, Aysén y Valparaíso. A la vez, los menores niveles están en Biobío, Los Lagos, Los Ríos, Arica y Parinacota y El Maule.

Se desprende de ello que en las regiones extremas del país las personas son más felices. Para muchos son zonas más olvidadas, pero de acuerdo con el estudio de la Universidad del Desarrollo en estos casos tiene que ver con que las fuentes de ingreso y de empleo son mucho más estables que en otras regiones. Si bien el dinero no hace la felicidad, hay que reconocer que ayuda a tener un buen pasar, a satisfacer las necesidades familiares, a acceder a mejores condiciones de vida, de educación, de salud, etc., cuestión que parece lógica, pero que ahora está respaldado por la encuesta Casen y el estudio de la UDD basado en esos antecedentes.