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Allende, Bolivia y el mar

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El gobierno boliviano ha usado una frase de Allende para promover su postura ante el tribunal de La Haya y eso ha enojado a algunos sectores de la izquierda chilena.

¡Qué se había imaginado Evo! ¿Acaso no sabía que no se puede sacar provecho de la imagen de Salvador Allende sin permiso? Pero no deberían estar tan enojados los socialistas chilenos. La frase "Bolivia retornará soberana a las costas del Pacífico" es de las menos malas que se podrían desenterrar de entre los dichos de Allende. Pero claro, cuando se habló de cumplir el sueño de Allende nadie estaba considerado algo así. No se vaya a derrumbar el ídolo.

Pero si no cayó por haber recibido sobornos del extranjero, proponer medidas eugenésicas o haber tratado mal a su señora, es poco probable que caiga por haberle querido dar mar a Bolivia. Después de todo eso es algo que comparte con Pinochet. De haberse concretado la iniciativa en su momento, nos habríamos ahorrado el problema con Perú.

Además, no hay por qué preocuparse tanto; un oráculo puede interpretarse de distintas maneras. Quizás Allende quería decir que la salida soberana de Bolivia fuera a través de Tacna. Asimismo, si de citar presidentes se trata, el gobierno boliviano podría haber citado a Aylwin para fortalecer aún más su postura ("un pedacito más o un pedacito menos de tierra").

Por otra parte, sería bueno que Bolivia pudiera salir al mar. Así, cada vez que el país se enfrentase a alguna crisis interna ya no podría distraer la atención de su gente acusando a Chile. Tampoco podría echarle la culpa a Chile, y a la falta de mar, por su pobreza y subdesarrollo. (Que países sin mar como Suiza y Austria sean desarrollados es un detalle; que países con una larga costa, como Argentina, no estén tan prósperos es algo menor -debe ser porque Argentina sale al Atlántico, y por lo mismo, también busca salir al Pacífico a costa de Chile.)

Todo esto no tiene ninguna importancia, es verdad, y si bien buscar la manera de que Bolivia tenga mar podría ser algo bastante bueno para Chile por las razones ya mencionadas, no es algo popular, en el sentido más básico. Y eso sí es un problema para los socialistas. El socialismo es internacionalista, y funciona y piensa en base a parámetros de clases y no naciones, pero el pueblo al que dice proteger y representar es patriótico.

Por eso es que de vez en cuando aparecen frasecitas como la que está usando Bolivia y es por eso que a los socialistas tienden, entre otras cosas, a configurar nuestra legislación según convenios internacionales para nada vinculantes: la soberanía les importa un bledo, lo que importa es que el pueblo no lo sepa.

Bolsas de plástico

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Dejar atrás el uso de materiales que al ser desechados se convierten en desperdicios de difícil eliminación, con el consiguiente daño a la naturaleza, como es el caso de las bolsas en los supermercados, es una tarea que se desarrolla en prácticamente todo el mundo y que en nuestra región no es la excepción. Sin embargo, algunas de las medidas radicales que se han adoptado en varias ciudades han chocado con una resolución de la Contraloría General de la República, emitida en enero pasado, que dejó sin efectos los decretos emitidos por distintos municipios para prohibirlas.

Las bolsas de plástico se utilizan de preferencia en el comercio, especialmente en tiendas y supermercados, para llevar las compras de los consumidores. Fueron muy apreciadas en el comienzo por lo fáciles de transportar, su ductilidad y su aparente limpieza, que permitía trasladar incluso alimentos.

Sin embargo, también arrastraban su condición de prescindibles, y así como sirven para el traslado de productos hacia el hogar también se les utiliza para desprenderse de lo que ya se usó. Anualmente en Chile se usan tres mil 400 millones de bolsas plásticas. Estas tardan entre 100 y 400 años en degradarse dependiendo de su espesor, densidad y condiciones climatológicas y ambientales.

El resultado ha sido considerablemente desastroso y la cuenta la está pagando la naturaleza, porque estas bolsas de polietileno no degradable dañan el medioambiente.

Se ha hecho necesario, por lo tanto, pensar en el reemplazo, una misión nada fácil si se considera los millones de ellas que circulan a diario en todo el país.

Por ello es que se apunta a su eliminación, aunque sea de forma pausada, porque es imposible llegar a la meta final con un esfuerzo de un solo tramo. Algunas comunas del país optaron por la prohibición de su uso, medida que ahora choca con la resolución de Contraloría. Es por ello que las municipalidades que encabezan la cruzada han apuntado hacia soluciones intermedias, que disminuyan el uso de estas bolsas.

Para lograrlo, es necesario ofrecer alternativas. Después de todo, son parte de nuestra cultura y eso obliga a ir paso a paso.