Secciones

La dependencia a los amigos imaginarios

E-mail Compartir

Para todos es casi una realidad que las redes sociales se han apoderado de gran parte de nuestro tiempo, que han modificado nuestras conductas, nuestros hábitos y nuestras buenas costumbres. Por ejemplo, antes uno bendecía la mesa, hoy en algunos casos se sigue haciendo, pero no sin antes fotografiar el plato y compartirlo en Instagram; o antes nos juntábamos con alguien en un lugar a tomar un café y conversar un momento, hoy eso prácticamente es inviable si no lo amenizamos con una par de pitidos de WhatsApp o incluso nos hablamos por esta red estando frente a frente.

Es impresionante cómo ha aumentado la necesidad de pertenecer a un grupo para sentirse el mejor, debatiendo sin mostrar el verdadero pensamiento, sino el que esté de moda, viendo cómo los comentarios son compartidos por cientos de personas que nunca se pensó conocer; ni hablar si un famoso hace suyo ese posteo.

Es evidente que detrás de todo eso hay un enorme deseo de ser protagonista de una realidad paralela donde todos se sienten parte importante. La pregunta que ronda es ¿seremos capaces de vivir sin redes sociales?

A diez años de expandirse estas plataformas de comunicaciones, pareciera que se han hecho cada vez más fuertes. Su tiempo de maduración demoró muchísimo menos que la adaptación a la televisión y, para una gran mayoría, las redes sociales se han vuelto hasta su primer hogar, un espacio lleno de amigos imaginarios, que si tenemos buena memoria, alguna vez todos tuvimos y a medida que íbamos creciendo se hizo difícil dejarlos partir. Imagínense entonces ahora que tenemos cientos y hasta miles de amigos imaginarios que nos invitan para mostrarnos qué hacen, cómo viven, incluso llegando a generar lazos de amistad sin jamás haberse visto la cara; ¿cómo podremos entonces dejarlos partir en algún momento?

Aunque sabemos que las redes sociales tienen todavía mucho que cambiar, para bien o para mal, es evidente que a medida que sigamos evolucionando éstas desaparecerán de la misma manera que se apoderaron de nuestro tiempo. Por lo cual, sería bueno que comencemos a modificar nuestra conducta y que cada mañana, cuando vamos a trabajar o a estudiar, antes de mirar nuestros dispositivos móviles, que se han transformado en un hogar virtual, levantemos la cabeza y miremos a nuestros seres más cercanos y le regalemos una sonrisa, acompañada de un buenos días.

Docente de

Publicidad

Duoc UC sede

Concepción

@gariac73