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Más allá de la formación

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Bastante se ha debatido sobre la condición en que los alumnos llegan a la Educación Superior. Condición que no varía significativamente entre una universidad y otra, pues -salvo excepciones dadas por instituciones que concentran a estudiantes con mayor mérito académico que provienen por lo general de establecimientos de elite- la mayoría de las casas de estudios reciben a jóvenes que, debemos reconocerlo, presentan falencias en su formación inicial. Una realidad conocida que exige una reforma profunda que efectivamente ponga el énfasis en la calidad de la educación.

Asumir esta situación e implementar mecanismos para subsanar esos vacíos es una responsabilidad que deben enfrentar las instituciones educacionales. Para lograrlo con éxito es fundamental contar con respaldo público para financiar programas remediales efectivos. Establecer cursos de nivelación en las materias en que los índices de reprobación son altos es uno de los tantos caminos que ayudarán a resolver esta situación y a evitar los complejos casos de deserción.

No obstante, ese esfuerzo no es suficiente si pretendemos otorgar una educación universitaria realmente de calidad y que provea al país de profesionales involucrados con su medio. Los planteles de educación superior deben preocuparse de otorgar a sus alumnos una formación integral que llene los vacíos que haya dejado la tan cuestionada enseñanza básica y media.

Además de impartir una formación disciplinar de incuestionable calidad, es necesario ofrecer materias que, aunque se suponen sabidas por cualquier joven egresado de la enseñanza media, no son dominadas por el grueso de los alumnos. Bien lo sabemos quienes nos hemos desempeñado por años en instituciones de educación superior, donde hemos constatado las falencias que arrastran nuestros alumnos y que los perjudican en su futuro desarrollo laboral en un ambiente cada día más competitivo y exigente.

Reforzar habilidades tan básicas como comprensión de lectura y expresión oral y escrita resulta fundamental para mejorar el desempeño general de los alumnos, pero también para transformarlos en personas capaces de adaptarse a un mundo laboral cambiante que les exigirá competencias más allá del dominio de una disciplina determinada.

Asimismo, necesitamos educar a profesionales con una formación general sólida, que extienda su conocimiento a temas no propios de la profesión, pero que hoy resultan indispensables para entender la sociedad en que vivimos, como ciencias políticas, economía, historia y otras.

El desafío es complejo y para afrontarlo se requiere no sólo el trabajo de los directivos y académicos, sino el entusiasmo y el compromiso de los propios jóvenes.

Parque Ecuador

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Tras casi un año de trabajos de renovación, el Parque Ecuador inclusivo fue entregado hace unos días al uso de la comunidad.

Fueron más de 88 mil los metros cuadrados intervenidos en el proyecto que se inició en marzo de 2014. El remozado espacio además de contar con juegos para niños con capacidades diferentes, tiene ciclovías y amplias áreas verdes. Para su renovación se invirtieron 2.200 millones de pesos, de los que 400 se utilizaron en la adquisición de los 36 juegos inclusivos. Este proyecto estuvo destinado a potenciar la actividad deportiva, la patrimonial y la recreación para los niños.

El parque de diez cuadras de extensión es uno de los pulmones verdes y lugar de esparcimiento que tiene Concepción. Hasta 1939, se denominaba Parque Alameda, pero tras el terremoto de ese año, las autoridades de la ciudad decidieron cambiarle nombre, en reconocimiento a la gran ayuda prestada por Ecuador al proceso de reconstrucción.

Los trabajos hicieron más notoria la segmentación de ese paseo, de manera que en un primer sector, desde Prat hasta Lincoyán, se acentúe la práctica de actividades deportivas, con canchas mejor iluminadas. A continuación, desde Lincoyán hasta Colo Colo se destaca el área patrimonial, con la Galería de la Historia, donde una colección de dioramas permite conocer en forma entretenida la historia de la ciudad. También se hizo mantención a los monumentos, como el del prócer de la Independencia, Juan Martínez de Rozas, y el que rinde homenaje a los penquistas de origen francés que fallecieron en la Primera Guerra Mundial. Y finalmente, entre Colo Colo y Tucapel, se reforzó el segmento destinado a los niños, con entretenciones para menores con discapacidad.

Se repusieron también las áreas verdes, se instaló iluminación LED, se remplazó el mobiliario urbano, entre otros. El Parque Ecuador permite a las familias desarrollar actividades de todo tipo. Así lo han entendido y por ello -especialmente los fines de semana- es posible ver a muchas personas disfrutando de este sector, ubicado a los pies del cerro Caracol.

Este paseo demuestra un cambio cultural y entrega un ejemplo de diversidad para la ciudadanía, que debe entender que el parque le pertenece y que debe esmerarse por su cuidado.