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Las invasiones turcas

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No he visto ni veré ninguna teleserie de las llamadas 'turcas', porque la vida es breve y prefiero gastarla en otras actividades, como la comedia americana o el noble acto de mirar el techo de mi cuarto. Sin embargo, a través de la prensa he estado al tanto de la polémica que han suscitado: varios actores chilenos han reclamado porque, al parecer, esos culebrones importados están minando la industria nacional y amenazan con dejarlos sin trabajo.

Algún avispado ejecutivo de televisión - que son pocos - sacó la calculadora y se percató de que salía mucho más barato comprar un producto envasado y probado en el extranjero, que los salarios de la manga de caras bonitas criollas.

No sabemos cómo esta situación afectará al devenir económico del país, y si este incidente será el que nos lleve definitivamente al crecimiento económico negativo y a la recesión. Capaz que ahora vengan 'despidos masivos', frase a la usanza de los sindicalistas, y que veamos marchas callejeras, funas y huelgas de hambre protagonizadas por los actores y las actrices que ya no se forrarán tan fácilmente. Y no serán tan conocidos como para que los recluten de rostros de grandes tiendas o animadores de festivales de la canción.

Mientras, los espectadores seguirán enganchados con los dramones turcos y quizás, entre tanta tragedia inventada, aprendan un poquito de una cultura distinta a la nuestra.

Tampoco le he dado un minuto de tiempo a una teleserie chilena. Las encuentro artificiales y artificiosas, con actores mediocres y con historias repetidas y de creatividad nula. Ah, aquí surge el otro gremio que va a amenazar con tomarse las estaciones televisivas e incendiarlas si seguimos con esta escalada de invasiones turcas: los guionistas. Y no tienen mucha altura moral para sus reclamos, son ellos los culpables de crear un desencanto generalizado por su falta de imaginación y arrojo, por seguir escarbando por décadas el decanto de una misma olla.

Hace algunos años los guionistas de la televisión norteamericana se fueron a paro, parecía un chiste, pero no lo era: se detuvo completamente la producción por varios meses, y se evaporaron camionadas de dólares. Fue como haber detonado una docena de armas de destrucción masiva.

¿Y si sus pares criollos de repente descubrieran que ellos son el show, que la historia de su falta de creatividad es lo que andan buscando? Un buen drama acerca de un grupo de amigos a quienes se les ha encargado el guión de una teleserie, y no se les ocurre nada, además de que deben lidiar con gerentes ineptos. Por ahí, trabajando duro, podrían salvarse de la amenaza turca. Pero no ocurrirá.