Encuesta Casen
El Ministerio de Desarrollo Social ha dado a conocer hace unos días, los resultados de la última encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) de 2013, según la cual el nivel de pobreza en el país disminuyó, pero paralelamente se mantuvo la tasa de desigualdad.
El estudio reveló que mientras en 2006 el 29,1% de las personas se encontraba en situación de pobreza, en el 2011 esa cifra se redujo a un 22,2%, y el 2013 se registró una nueva caída al 20,4%. Según la encuesta, el 4,5% de los chilenos vive en condiciones de extrema pobreza.
El informe determinó que también en la Región del Biobío se registró una reducción de 10% en el porcentaje de personas en el nivel de pobreza, entre los años 2011 y 2013, para situarse en este último caso en 22,3%. Asimismo, la pobreza externa en la región cayó de 11,3% en 2011 a 8% en 2013.
La encuesta Casen es el instrumento por excelencia para medir y caracterizar la situación socioeconómica de los chilenos y, como tal, cumple un rol social. Ha tomado años lograr que sea un instrumento validado, tanto para centros de estudios y académicos, como para los respectivos gobiernos.
Curiosamente, parte del debate este año se centró en el atraso de seis meses con que las autoridades presentaron los estudios y si esto se produjo con el fin de minimizar el hecho de que los descensos en los niveles de pobreza se alcanzaron durante el periodo del ex Presidente Piñera. Es bueno que de una vez por todas las autoridades que estén en cada gobierno entiendan que estos son temas de país y que hay que abordarlos con altura de miras.
Un descenso en la tasa se pobreza es bueno para toda la nación, pero especialmente para quienes han salido de esa marginalidad y hay que tomarlo como algo positivo, no importa quiénes hayan hecho los esfuerzos por lograr ese avance. Ciertamente con estas cifras hay motivos para congratularse, pero al mismo tiempo para preocuparse, si se considera que pese a esos progresos, se mantiene la alta desigualdad en los niveles de ingresos. Esto se traduce en que el 1% de la población con más recursos obtiene casi 3.000 veces más que el ingreso promedio del 80% más pobre de la población. Obviamente, esto revela que aún hay mucha tarea que cumplir y que cada gobierno debe aportar lo suyo.