Crisis ético-moral
Quienes fuimos formados con sólidos principios y valores sobre el importante rol de nuestras instituciones cívicas y respeto a nuestras autoridades, vemos con estupor el deterioro moral que han venido sosteniendo con el correr de los años, escándalos sin respuestas.
El caso Penta no es el único que afecta o afectará a un solo partido político. Hay muchos otros en carpetas o sin salir a luz aún. Lo esencial es que la corrupción se ha generalizado. Nada retiene a la clase política en pos de mezquinos intereses disfrazados en intenciones del bien común. Los políticos honestos se cuentan con los dedos de la mano y suelen no ganar en las votaciones, porque nuestro pueblo se deja seducir por ofertones fáciles, o promesas sin base.
El financiamiento de campañas políticas es una nebulosa y ningún partido político se escapa. El mismo PC que "rasga vestiduras" en su lucha por los pobres, está implicado en manipulaciones poco claras en la Universidad Arcis de carácter lucrativo. Tenemos claro que los partidos políticos deben existir, pero su regulación está en entredicho. Crisis moral total y lo peor es que nuestra juventud es testigo de ello, en una decadencia ético-moral que nos está aplastando y que nada tiene que ver con democracia.
¡Qué lejos están aquellos días en que sólo la mirada fija de nuestros padres nos indicaba que habíamos cometido falta! o el respeto de cómo se preparaban para ir a cumplir con su sufragio en el día de las elecciones o la forma en que se respetaba a nuestras autoridades aún cuando fueran del bando contrario.
Todo ello indica que esta crisis moral viene como consecuencia de factores educativos de los padres y de la escuela. Padres irresponsables que no guían a sus hijos y una escuela carente de planes de estudio efectivos que entreguen formación cívica y valores y principios sociales que enseñen el respeto y compromiso con nuestros deberes como ciudadanos. La actual reforma educacional en proceso no clarifica estos aspectos. El tema del lucro, gratuidad y selección no se refiere a calidad ni responsabilidad ante los deberes. Sólo les interesa mostrar "derechos sociales", enfatizar una lucha de clases sin respeto hacia el que emprende o invierte en una fuente de trabajo, prometer lo que sea para el logro de votos.
¿Cómo podrán legislar diputados y senadores con los escándalos que ya se han hecho públicos? ¿cómo creerles a quienes mienten para justificarse? ¿Cómo estimular a nuestra juventud a votar en las elecciones si a diario son testigos de tanta corrupción? Lamentablemente nuestras autoridades siguen ciegas, empeñadas en echar andar reformas con barniz de cambio sólo para "cumplir" promesas de campaña. ¿Campañas financiadas con oscuros procedimientos? ¿con candidatos sin escrúpulos?
Es urgente legislar, fiscalizar, controlar y las actuales autoridades judiciales tienen ante sí una enorme tarea. De lo contrario vamos derecho a convertirnos en países que ya conocemos con grave crisis moral. Hoy, la frase "que las instituciones funcionen" es sólo palabrería sin sentido.