Padres deben guiar el camino hacia la libertad de sus hijos
Los hijos comienzan a crecer y, pareciera, que cada vez a más temprana edad son autónomos y empiezan a exigir libertad. Esto conlleva a que quieran tomar sus propias decisiones y tener sus espacios de privacidad. Desde un paseo de curso en la etapa preescolar, donde solicitan autorización para ir a algún lugar, hasta unas vacaciones con amigos en alguna otra ciudad; es en ese contexto cuando se hacen latentes los temores de los padres y surgen los cuestionamientos. '¿Estará preparado para salir sin mí?', '¿Será muy arriesgado que salga sólo con amigos?', ¿Sabrá ser responsable y cuidadoso si no hay adultos?'.
Pero si hay algo que los padres deben tener en cuenta es que, éstas, son las situaciones a las que se deben ir enfrentando en la medida que sus hijos van creciendo.
Jaime Lavín, secretario académico (s) de la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés sede Concepción, afirma que no se puede fijar una edad en la que es más apropiado autorizar a los hijos a armar panoramas con su grupo de pares sin supervisión de un adulto.
Esto, porque según explica, el primer punto a considerar es la naturaleza de la actividad que los convoque. Es así como si se trata de ver una película hay que indagar qué tipo de filme es y si es adecuada para su edad, además de saber dónde se reunirán y a qué hora. "Si se trata de actividades como salir de paseo, los padres tienen la tarea de cerciorarse si sus hijos cuentan con el grado de autonomía y responsabilidad suficientes como para llevarla a cabo sin asumir riesgos de manera innecesaria. Desde allí hay que analizar si es necesaria o no la participación de adultos responsables", plantea.
FOMENTAR AUTONOMÍA
Para llevar a cabo el análisis con tranquilidad, el grado de confianza y la calidad de comunicación que mantengan los padres con sus hijos jugará un rol fundamental. En ese sentido, el psicólogo cree que una buena idea es que los padres vayan poniendo a prueba el grado de responsabilidad y madurez de sus hijos en distintas actividades y de manera gradual.
Y es que esto es de suma importancia, sobre todo considerando que hoy ya desde la educación preescolar se está promoviendo la autonomía e independencia en los niños. Desde el punto de vista del director de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás de Concepción, Rodolfo Álvarez, si bien existen diferencias individuales que tomar en cuenta, el hecho de entregar cierta independencia choca más con las aprensiones de quien debe dar permiso que con el nivel de madurez y desarrollo.
Pero los padres no deben olvidar que tienen un rol clave a la hora de estimular la autonomía de sus hijos, por eso es que además de que el hecho de que niños y adolescentes tengan la posibilidad de disfrutar sanamente de algunas actividades con sus grupos de pares constituyen instancias necesarias de socialización y de esparcimiento, también fomentan en ellos la autonomía, madurez y responsabilidad, al mismo tiempo que fortalece la confianza de padres e hijos.
Desde allí, Jaime Lavín enfatiza que "confiar no significa desentenderse de los hijos, por lo que no se trata de autorizar a nuestros hijos a que compartan con sus pares sólo para disponer de tiempo para destinarles a sus propios asuntos". Por el contrario, se trata de darles el espacio a los hijos para que ellos puedan ser y hacer, siempre apoyándolos y sin importar las equivocaciones que de esas experiencias puedan surgir.
GUIAR
Desde su perspectiva, lo que sucede es que muchas veces los padres temen perder el control sobre sus hijos, que ellos se alejen o, bien, hay temores que surgen desde sus propias experiencias pasadas como hijos y que ahora quieren evitar como padres. La consecuencia: hijos poco autónomos producto de una crianza que ha promovido en ellos -a veces sin querer- la dependencia y el estancamiento. -Entonces, ¿cómo guiar una libertad responsable en los hijos?
Rodolfo Álvarez dice que lo primero es ver el nivel de desarrollo y conductas, dejándolos que puedan vivir o experimentar en diversas situaciones y lugares, y con distintas personas, inicialmente acompañándolos para ver cómo se adaptan. Así, entonces, hay que ir dejando que los hijos se desenvuelvan, siempre orientándolos si no existe un adulto a cargo. Enfatiza que libertad no es sinónimo de hacer todo lo que se quiere, sino que siempre hay normas que cumplir.
Lavín agrega que "la vida requiere de reglas y normas que ayuden a salvaguardar la convivencia y el desarrollo armonioso de los individuos en sociedad. La familia también está sujeta a normas sin las cuales su funcionamiento se vuelve inviable, y quienes deben mostrar respeto por ellas y velar por su cumplimiento de modo ejemplar son los padres".
Es así como siempre habrá lugares, horarios y conductas que están permitidas y otras que no.
NO ASFIXIAR
El grado de madurez y autonomía de los hijos demostrará si están preparados para realizar actividades solos con su grupos de pares y qué tipo de actividades serán, las que, a medida que crecen, van también volviéndose más 'arriesgadas' a los ojos de los padres.
Es así como una tarde jugando a la pelota en el parque pasa a ser un fin de semana en el campo. Según el psicólogo Jaime Lavín en este tipo de actividades los padres también son puestos a prueba, en cuanto a cómo son capaces de sobrellevar la ansiedad y la incertidumbre que genera en ellos el no saber cómo van a lidiar los hijos con las distintas dificultades a las que se verán enfrentados, desde cómo lograr hacerse de un lugar dentro del grupo de pares hasta qué decisiones tomar ante eventuales peligros a los que se expondrían en tales interacciones. "La confianza es un logro y en virtud de nuestras experiencias puede aumentar o verse mermada. Entonces, es importante que los padres aprendan a respetar los espacios que sus hijos intentan ganarse en términos de su autonomía, lo que implica confiar y acompañar, pero no asfixiar ni acosar. Suele suceder con padres muy aprensivos, quienes buscando proteger a sus hijos, finalmente les transmiten sus propias inseguridades proyectadas en un mundo plagado de peligros, lo cual claro está, va en detrimento del desarrollo de éstos", dice.
Entonces, llamarlos o intentar saber de ellos a cada momento es un error. Por el contrario, para la tranquilidad de los padres una buena idea es establecer horarios de comunicación.