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Padres responsables disminuyen los riesgos en el uso de piscinas

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En los agradables días de verano no hay mejor panorama que estar en una piscina, refrescarse y disfrutar de una agradable tarde.

Sin embargo, un peligroso error es desconocer los riesgos que existen en estos espacios, ya sean privados o públicos.

En Chile los accidentes ocurridos en el hogar son causantes de un promedio de dos mil muertes en el hogar. De las anteriores, cerca de un 30% se deben a inmersión, situación que, en general, se produce durante la temporada estival.

Lo más preocupante de dichas cifras es que los afectados corresponden a niños menores de 10 años, quienes sufren accidentes fatales en espacios con profundidades de sólo cinco centímetros (en piscinas o tinas de baño).

Según explicó Sara Vergara, ingeniero en Prevención de Riesgos y docente de Inacap Concepción-Talcahuano, algunas de las situaciones de riesgo en las pisicnas son la asfixia por inmersión, golpes en los bordes , golpes al ingresar en forma brusca al agua, exposición a rayos ultra violeta y afecciones a la piel.

Los piqueros son otras acciones peligrosas, que pueden producir daño cervical o lesiones de consideración; también se puede golpear el fondo de la piscina y provocar daños graves.

Tal como afirmó el docente de la carrera de Prevención de Riesgos, Área de Procesos Industriales de Inacap Concepción-Talcahuano, Mario Ramírez Lagos, el origen de los riesgos por inmersión está principalmente ligado a dos factores relevantes.

MÁS RESPONSABILIDAD

El primero de ellos tiene que ver con la ejecución de acciones inseguras o acciones subestandar, que se refieren a situaciones generadas directamente por las personas.

"Esto quiere decir que tanto quienes usan las piscinas como los que las supervisan -en especial los padres-, cometen actos inseguros. En este punto radican casi un 80% y 90% de los accidentes, por lo tanto, su control está directamente ligado a la responsabilidad de su uso y al fomento de conductas seguras y de autocuidado", indicó.

Pero para modificar estas conductas es necesario formar una cultura preventiva, además del respeto a todas las disposiciones reglamentarias sobre uso, instalación y requisitos de las piscinas.

El profesional señaló que por lo anterior es necesario modificar conductas subestándares, lo que se logra a través de la capacitación y difusión de dichos temas.

El segundo factor a considerar son las condiciones inseguras o condiciones subestándar, que tienen que ver con aquellas condiciones físicas y materiales que no cumplen condiciones de seguridad para utilizar las piscinas o simplemente aquellas que no se utilizan por ignorancia, desconocimiento o costo en su implementación.

"Los responsable de estas condiciones que se deben cumplir son los operadores de sistemas recreacionales, incluyendo a los propios padres que adquieren las piscinas para recreación de sus hijos, aunque en ocasiones, por no cumplir las normas, se ven afectados por accidentes muy graves", agregó Ramírez.

Perfil de la mujer que sufre violencia intrafamiliar

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La mujer que sufre violencia intrafamiliar puede pertenecer a cualquier clase social, tener o no estudios, independencia económica, trabajar o no. Aunque si bien algunas mujeres están en condiciones de mucha desventaja por no tener autonomía, ellas se preguntan qué harán solas con sus hijos, cómo los mantendrán y educarán.

En la mujer maltratada se crea una "ilusión de permanencia", de auto convencerse de que las cosas van a mejorar, temen al abandono, al desamor, sabiendo que tienen a su lado un hombre que no las ama ni lo va hacer nunca, aunque ellos se lo expresen en los períodos de "luna de miel" (reconciliación posterior al maltrato).

La mujer violentada en cualquiera de sus formas (física, sexual, económica o psicológica) desarrolla pasividad, viven aterrorizadas de cuando será la próxima vez que serán agredidas y humilladas. Este maltrato constante las lleva a moldear una personalidad de sometimiento, respeto por las normas que impone el agresor, suelen hacer todo perfectamente como su pareja-agresor lo desea, postergándose a sí mismas.

Si esto falla, llegan a sentirse culpables y merecedoras del castigo, justifican la conducta de su agresor con frases como "yo lo provoqué", "yo no cumplí como esposa", "yo lo merecía". Creen que su único deber es cuidar y satisfacer a su marido en todo, ocuparse sólo de labores domésticas, aceptan al hombre como un ente superior el cual debe decidir todo, ellas no se consideran con derecho a opinar, la conducta es de sacrificarse siempre por los demás, consideran que su vida es inútil, sin autoestima y tienen cero autovaloración.

Muchas de estas pacientes presentan estados permanentes de depresión, distimia, stress, en sus relatos dicen ser violentadas por causas tan desquiciadas por parte de su pareja como no planchar bien una camisa, les dicen que no sirven ni para hacer aseo de la casa, o simplemente se desquitan contra ellas porque tuvieron problemas en su trabajo o porque perdió su equipo favorito.

Los ejemplos son múltiples, pero van haciendo caer a la mujer en un espiral de más sumisión, miedo, aislamiento social y familiar a tal grado donde llega a considerar que su vida es inútil, no tiene valor, y apenas pueden manejar el ambiente de modo que el incidente no les cause la muerte aunque llega el momento que esto también fracasa y desencadena el femicidio.