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Elección vocacional: La respuesta no está en la oferta de carreras

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Si bien no todas las universidades exigen un puntaje PSU mínimo para ingresar a sus carreras y además de la oferta de estudios universitarios existen otras alternativas de formación profesional, miles de jóvenes estarán estos días tratando de equilibrar diferentes aspectos para ver en qué pueden invertir el esfuerzo a partir de un nuevo proceso de ingreso a la educación superior.

Porque al puntaje PSU, ranking de la educación media, costos de carrera y otras variables de la 'ecuación', se suma una muy importante y que poco espacio ocupa en las estadísticas, y que dice relación con el sentido que cada postulante le entrega a alcanzar estudios superiores en su proyecto de vida.

Los jóvenes que se conocen lo suficiente, que saben de sus fortalezas, que se logran visualizar al futuro, que tienen los recursos personales y no personales para alcanzar sus metas o que saben qué es lo que necesitan, tienen el problema relativamente resuelto, porque entre la amplia oferta de carreras e instituciones de educación superior, pueden discriminar y acotar su búsqueda.

Para los jóvenes que no saben qué quieren, que no se conocen lo suficiente, que no tienen al menos una idea de qué hacer hacia el futuro, aunque cuenten con buenos puntajes para ingresar, igualmente presentan un gran riesgo de equivocar su camino o de fracasar en su inserción en la vida universitaria.

Esto se debe a que el formarse profesionalmente requiere esfuerzo, perseverancia, dedicación, compromiso, tolerancia a la frustración y darle sentido a lo que se hace durante los estudios, lo que se vuelve muy difícil de llevar a cabo para quienes no están en un proyecto con el que se sientan en sintonía y que los comprometa con su real vocación.

Muchas veces son las familias y sus expectativas las que resultan la peor trampa para que los estudiantes se desarrollen en sus verdaderos potenciales, aunque ello rompa con los mandatos familiares.

Por tanto, la respuesta de qué hacer con la propia vida no está en la oferta y selección de las carreras, que pueden nublar y no aclarar nada, sino más bien se encuentra en la revisión y reflexión vocacional que cada uno haga de qué camino es el más adecuado para sí mismo.

Tan lejos, tan cerca

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Khaled Hosseini, el escritor afgano residente en Estados Unidos, provoca el milagro que sus lectores podamos acercarnos a su país, a su gente, y comprobar que en sus novelas hay algo de su propia historia, tal como la vivió y sintió mientras residió en Afganistán.

Autor de tres novelas sucesivas: 'Cometas en el cielo' es la infancia de un niño rico en Kabul y su gran amistad con el hijo de un sirviente de su familia, ambos expertos en elevar cometas y participar en competencias; 'Mil soles espléndidos' es la historia de amistad y lucha de dos mujeres afganas ,cuyos orígenes se entrelazan por el azar en el marco de las convulsiones del país y cuyo primer objetivo es lograr que el marido de una de ellas no le pegue hasta aturdirla. El último 'Y las montañas hablaron' una novela coral en torno a una familia pobrísima del campo afgano que da en adopción (en rigor: vende) a una de sus hijas a una familia rica que la lleva a vivir a Francia. Magnífico en armar las historias humanas, esta además traslada a distintos lugares desde Kabul a San Francisco, desde París a la isla griega de Tinos.

Es como si Hosseini siguiera las reglas, la tolstoyana de 'describe a tú aldea y serás universal' o la baudeleriana que' el genio no es otra cosa que la infancia formulada con nitidez'. Treinta y ocho millones de libros vendidos muestran el interés despertado por este médico de profesión, capaz de empatizar con los lectores del mundo a través de las aspiraciones, dolores, desencantos, desilusiones, esperanzas y momentos de felicidad de sus protagonistas.

El contexto social e histórico en el que se desarrollan sus novelas permite conocer una época, sensibilizarse con el dolor y las continuas pérdidas que viven ciertos países del mundo. Afganistán que era una monarquía; que es invadido por los soviéticos, con todo lo que ello conlleva, que sufre una guerra civil y que luego es gobernado por los talibanes, los mismos que instauraron un Ministerio de Fomento de la Virtud y Prevención del Vicio. ¿Cuáles eran las virtudes, cuáles eran los vicios? El que los maridos les pegaran a sus esposas, parecía ser una virtud. El mismo que hoy vive un período más estable políticamente, pero con el telón de fondo de atentados, masacres, narcotráfico (son importantes productores de opio) y conflictos religiosos.

El autor, tras el éxito de sus novelas, creó una fundación que lleva su nombre destinada a prestar ayuda humanitaria a su país y contribuir a mejorar la vida de comunidades alejadas. También fue nombrado embajador de buena voluntad del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados.

Es un autor de una extraordinaria sensibilidad para narrar. No hay que perdérselo.