El burro en la historia
Acercándonos a Navidad, y reuniendo los objetos que componen un pesebre, de pronto me encuentro con el burrito quebrado.
Entonces se me asoma la asociación de ideas respecto a este animalito tan menospreciado, en general, con aquello de orejas de burro, por ejemplo, y tantos otros como: bachiller en arte, burro en todas partes. O cuando el camino es corto, hasta los burros llegan; o el burro adelante, para que no se espante; o el burrito de San Vicente, lleva carga y no la siente.
Lo hemos leído en el inolvidable 'Platero y yo', en 'Don Quijote de la Mancha', como 'El rucio' o jumento de Sancho Panza y en otros. Un burrito tuvo la noble misión de transportar a la Virgen María hacia Belén para dar a luz a Jesús. Otro les transportó en la huida hacia Egipto y otro transportó al mismo Jesús para entrar a Jerusalén en Semana Santa.
Los hemos disfrutado en innumerables poemas, cuentos, en novelas y en el cine. En las fábulas de Esopo; en el cuento Los Músicos de Bremen; en Sueño de una Noche de Verano, de Shakespeare; en La Rebelión en La Granja de los Animales, de George Orwell, amén de la mitología griega y romana, terminando con el simpático burro de Shrek, así como en los infaltables chistes a sus expensas.
Ya se descubrió su existencia en una tumba del complejo mortuorio faraónico de Abydos, al sur de El Cairo, Egipto, con 10 esqueletos de ellos, donde ya se les usaba como medio de transporte hace 5.000 años atrás.
Así y todo, con un servicio de capitán a paje, a lo largo de los siglos ha ido desapareciendo su nobleza y ganando espacios de ridiculización, siendo uno de los pocos animales mencionados en la Biblia, junto a los corderos, cabritos, palomas, bueyes, serpientes y cerdos. Como mínimo, por ello debería merecernos un mayor respeto, ya que fue la única especie que, se sabe, llevó en sus ancas el peso humano de Jesús y de la Virgen por los senderos de Tierra Santa.
Todos hemos empleado este decir, a lo largo de nuestra existencia, tratando y tratándonos de burros y burras, y como también hemos escuchado el 'no sea burra', deduzco que será por eso que estaremos, a veces, tan a-burridas, como para elucubrar pesadeces, ya que 'la miel no se hizo para el hocico de los burros', y como 'El amor tampoco lo parieron los burros'. O 'hablando del rey de Roma…y el burro que se asoma'. Es que, inevitablemente, esta imagen de borrico, borriquito, burrito, borriquillo, no podría dejar de asociarla a nosotros mismos y así tenemos al burro hablando de orejas, versus otros burritos, pillitos, pillitos, pillines… y pedir finalmente que Dios nos asista en estas Navidades, preparándonos para que el 2015 no sea un año en que nos ofendamos mutuamente con el vocablo burro, sino que al contrario, enaltecernos por ser tan burros y burras.
Feliz Navidad y mejor Año Nuevo 2015 para nosotros mismos, las burritas y burritos de San Vicente…