El valor de la literatura clásica española
Sin desmerecer la abundante literatura que llega a las escuelas y liceos, y la riqueza que ello aporta al capital cultural de nuestros niños y jóvenes cuando eligen con toda libertad el libro que quieren leer, sea por entretención o como parte de las lecturas a evaluar; me parece altamente relevante decir que no por elegir entre una variedad de libros se afina o se desarrolla el gusto por la lectura, sin que en ello se intencione el logro de un aprendizaje significativo, que naturalmente su profesor debería vislumbrar al seleccionar las lecturas más apropiadas para sus estudiantes. Está bien leer de todo desde la infancia, hasta el Condorito, plantean algunos expertos, si ello favorece el gusto por la lectura, que ciertamente no ha mejorado por más estrategias que se han implementado para fomentarla. Por ejemplo, libros con exceso de imágenes y hasta sonidos, pero que al parecer no han contribuido a mejorar nuestra comprensión lectora, si la comparamos con otras sociedades.
Para muchos adultos contemporáneos, leer a los clásicos de la literatura española tenía un claro sentido para la formación, tanto intelectual como integral, porque su análisis y comprensión abarcaba desde cómo darle forma al cotidiano castellano, a partir de su perfecta gramática, elocuentes argumentos y prolija redacción; hasta comprender el comportamiento humano gracias a la maestría y adecuado uso de los arquetipos, además de promover la práctica permanente de aquellos valores éticos tan bien ejemplificados por Cervantes y que, hasta hoy, trascienden por su carácter universal.
Leerlos significaba algo más que entretenerse con la narración de una historia, su talento y genio. Además representaba un tributo a nuestra lengua materna que todos los niños debíamos aprender y que hoy día vemos con tristeza y preocupación cómo se pierde o relativiza su valor entre modismos, chateos y letras aspiradas.
No se puede haber pasado por esta vida sin haber leído El Poema de Mío Cid, Don Quijote de la Mancha, La Vida es Sueño o Fuente Ovejuna, entre otras célebres obras de la misma categoría. Ellos son la base para el desarrollo del pensamiento y la identidad con el castellano. Si el profesor de lenguaje logra reencantar a sus estudiantes desempolvándolos de sus estantes y compartiendo con ellos su infinita riqueza, no le quepa ninguna duda que de adultos se lo agradecerán.