Excesos sin justificación
Las revelaciones acerca de los crudos métodos de interrogación de la CIA, plantean un profundo problema moral: ¿hasta dónde la seguridad nacional permite que se someta a interrogatorios inhumanos a terroristas supuestos o reales?
La pregunta ha sido respondida con un rotundo rechazo en el mundo entero. Pero hay quienes piensan distinto y tratan de lograr un empate moral. Mieke Eoyand, ex funcionaria de George Bush fue tajante: "Parece difícil creer que ellos (los extremistas musulmanes) tengan alguna superioridad moral en esta materia".
Es difícil, pero ello no prueba que los excesos de la CIA puedan ser ignorados. Amnistía Internacional pidió juzgar al ex Presidente por haber dado luz verde "para cometer crímenes penados por la ley internacional".
La senadora Dianne Feinstein, presidenta del comité que elaboró el informe tras cinco años de trabajo, fue igualmente taxativa: "Nada justifica, aminora o excusa las acciones impropias realizadas por individuos u organismos en nombre de la seguridad nacional… La principal lección de este informe es que, más allá de las presiones y la necesidad de entregar resultados, las acciones de la comunidad de inteligencia deben reflejar siempre lo que somos como nación, y adherir a nuestras leyes y principios".
José Miguel Vivanco, el chileno que dirige Human Rights Watch fue lapidario: "Estados Unidos queda sin autoridad moral
waterboarding:
Alimentación e hidratación forzada por el recto. Cinco casos denunciados.
Prisioneros obligados a caminar desnudos o a saltar engrillados, con las manos sobre la cabeza.
Y suma y sigue.
Con estos brutales procedimientos, la CIA logró magros resultados. Terroristas o no, los detenidos nunca dijeron mucho. Tras examinar más de seis millones de documentos internos de la CIA, los investigadores del Senado norteamericano no comprobaron que se hubiera descubierto ningún atentado en preparación. Incluso dudan de que el asesinato de Osama bin Laden fuera el resultado de estos interrogatorios.