Chile y una planificación ambiental estratégica
La Evaluación Ambiental Estratégica constituye un instrumento imprescindible a la hora de la toma de decisiones vinculadas a iniciativas de desarrollo de amplio alcance con potenciales efectos y consecuencias sobre el medio ambiente, además su aplicación abre una ventana para integrar el concepto de sostenibilidad, desde los más altos niveles de decisión acerca de los modelos de desarrollo de un país y por consecuencia sus respectivas políticas públicas.
En el mundo que vivimos es primordial contar con una planificación ambiental estratégica, tanto nuestra región como el país carecen de esta. Para este tipo de planificación resulta de gran importancia, la evaluación ambiental estratégica, EAE, Instrumento de gestión ambiental incorporado bajo la ley 20.417, el cual entrega competencias tanto al Consejo de Ministros de la Sustentabilidad y al Ministerio del Medio Ambiente y constituye un avance en cuanto a "la obligación de que actividades que corresponden a decisiones normalmente radicadas en instancias de planificación estatal sean evaluadas desde una perspectiva ambiental pública", lo que favorecerá un desarrollo sustentable para Chile.
Ya en 1998 la Conama en un artículo denominado "Política Ambiental para un Desarrollo sustentable" anticipa una aproximación conceptual de la EAE, definiéndola como "Un instrumento de amplio alcance, aplicable a las políticas sectoriales, a las estrategias de desarrollo regional, a ciertas políticas macroeconómicas, de tal modo de poner en el centro los efectos ambientales acumulativos o no considerados en el enfoque de proyectos individuales y aislados con el objeto de hacerse cargo de los impactos generados y sus efectos sinérgicos".
Al aterrizar estos conceptos y aplicarlos a los problemas reales, por ejemplo en el tema energético, la Ocde la ha sugerido al estado chileno, incorporar nuevas interrogantes: ¿cómo se logra y cuáles son los impactos ambientales de corto y largo plazo?, lo que difiere de la lógica que ha imperado hasta nuestros días, que básicamente se reduce a lograr una potencia instalada que suministre la energía suficiente para que el país funcione, sin considerar las consecuencias ambientales de estas decisiones, tenemos un ejemplo muy categórico en nuestra región, una comuna ambientalmente muy degradada como es Coronel, cuenta con tres centrales termoeléctricas prácticamente encima de la población.
Ahora esta práctica y ejercicio de la actividad productiva, también se da en otros sectores productivos de la economía de alto impacto, como la industria de la celulosa, que producto de sus plantaciones que ocupan grandes extensiones de suelo, ha provocado problemas de abastecimiento de agua, principalmente en zonas de la Araucanía, perjudicando la calidad de vida de los ciudadanos y aniquilando cualquier actividad productiva que ocupe el suelo como factor de producción, aparte de provocar estragos en la fauna y flora de las zonas explotadas.
Este tipo de decisiones deben ser revisadas con una mirada distinta, que considere e integre los diversos aspectos y factores ambientales y cómo son afectados los mismos, en el marco de una evaluación estratégica ambiental.