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Robo hormiga

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Graves falencias al sistema penal para abordar los robos en el comercio, ha advertido un estudio realizado por ESE Business School, de la Universidad de los Andes. Se ha señalado que las pérdidas anuales en el comercio de todo el país suman unos 340 millones de dólares y que representan alrededor del 1,3% de las ventas.

Según el trabajo, hay pérdidas por robos, hurtos internos o por daños y el 58% ocurre en las tiendas. Como se trata de sumas cuantiosas, los investigadores se preguntan si nuestro sistema penal es eficiente o no para detener este tipo de delitos. Se considera que si bien la legislación otorga la posibilidad de querellarse, se requieren urgentes modificaciones a la normativa aplicable y especialmente a las interpretaciones que de ella realizan los tribunales.

El gran porcentaje de los delitos son hurtos, faltas en grado de desarrollo frustrado, por la cuantía de lo sustraído, menos de una UTM. En las tiendas y supermercados es donde más ocurre lo que se denomina el 'robo hormiga', que consiste en sustraer especies por montos bajos, pero en forma frecuente. De ahí que las personas que se dedican a este tipo de delito limitan el monto de lo sustraído a menos de una UTM, para lograr que la pena sea de multa -que por cierto nunca pagan- y no privativa de libertad. No obstante, no se considera que como el 'robo hormiga' es persistente, al final los hurtos no son menores.

Los abogados señalan que en la práctica los fiscales solicitan penas de un tercio de UTM, y la defensa pide que se tenga por pagada la multa por el día o por las horas que el imputado permaneció privado de libertad, cuando fue detenido por Carabineros, lo que es aceptado por la mayoría de los tribunales. En consecuencia, el sujeto es dejado en libertad en forma inmediata. Al final de cuentas, el sistema de cierta forma incentiva este tipo de ilícitos, pues el delincuente percibe esta situación como un mal menor.

Los autores del estudio postulan que debe aumentar la pena y no multa, con el fin de evitar que los tribunales la rebajen. Con sanciones más altas, este tipo de delito seria percibido como grave y conllevaría privación de libertad dependiendo de los antecedentes penales de los imputados. Con ello se lograría efectivamente un poder disuasivo frente a estos actos que son como el primer peldaño en la escala delictual.

Vengador de los peatones

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El humorista norteamericano Jerry Seinfeld se fijaba en que todos los años las grandes firmas de automóviles presentaban en sociedad sus nuevos modelos, pero que ninguna de ellas mostraba a su vez un nuevo tipo de estacionamiento.

Así, crece el parque automotor y disminuyen los lugares en que se puede 'dejar aparcado el coche'. Entonces, ante este problema logístico, el siguiente paso natural es ocupar espacios ajenos a ellos. Es decir, la vereda de los peatones. Y dejemos de lado por ahora el dato de que las 'rasca-ciclovías' de la ciudad se usan para lo mismo.

Perdonen el estereotipo, pero el moderno chileno que maneja un auto es un sujeto patudo, soberbio, grosero, irrespetuoso e indolente. Además, no es un sedán a la antigua, cuadrado y chiquito, sino una de esas camionetas 4x4, tan gigantes como inútiles, que incluso pueden estacionarse encima de otros autos.

Lo veo a diario en mis caminatas por la calle Chacabuco, en donde la E con la rayita cruzada indica que no pueden estacionar ahí. Por eso, recurren al truco del 'voy y vuelvo': las luces intermitentes encendidas simulando que el conductor regresará enseguida, cosa corta, un trámite de un minuto. Perdonen la molestia.

La costumbre es tan arraigada que hay cuadras en que no es posible desplazarse a pie, y el pobre peatón debe - oh, paradoja - bajar a la calle para continuar su camino.

A veces, he pensado en recurrir a medidas extremas, como un tarro de pintura aerosol en mi bolso para rayarles la parte de la carrocería que invade la vereda. O mejor, una espada láser tipo 'Star Wars', a fin de cortarles limpiamente el trozo que sobra del vehículo, y dejarlo ahí botado, para la sorpresa del conductor que volvía en un minuto. Sin embargo, cobarde como soy, me quedo sólo en mis sueños de vándalo justiciero que lucha por los derechos de los hombres de a pie.

Mi pregunta es por qué la autoridad no fiscaliza, si se trata de una falta a la Ley de Tránsito, y por lo tanto recibe una multa. Ni siquiera eso, la multa, parece motivar a los inspectores municipales. Sabiendo que las lucas son siempre pocas, les aseguro que en unas tres cuadras de Chacabuco, durante una semana, ya juntarían la plata para financiar, por ejemplo, la reparación de veredas en el centro de la ciudad.

En la calle Lautaro, cerca del Hospital Regional, los vecinos ya se resignaron: en sus veredas funciona un estacionamiento, y no pueden circular personas.

Pero si un día usted encuentra su auto pintarrajeado porque lo dejó donde no debía, es que me habré botado a valiente: seré 'El vengador de los peatones'.