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Copa de las esperanzas

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El sorteo de la Copa América nutre de sueños y ensueños. Crecen las expectativas. Los rivales parecen abordables.

La delgada geografía chilena se estremece. En Arica suenan voces de triunfo en el Morro. En Iquique los pescadores lanzan sus anzuelos y sus redes para capturar optimismo. En Antofagasta el desierto parece ampliamente florido cuando se habla de las proyecciones para el torneo que se disputará el próximo año en canchas nacionales.

En Tocopilla las poblaciones pobres multiplican los juegos infantiles de Alexis Sánchez, ya el Joven Maravilla.

En La Serena repican las campanas de sus iglesias y aumenta el murmullo de las oraciones por algunas victorias que tal vez pronto vendrán. En Pichidangui la capilla sobre las rocas percibe el eco de los rezos.

En Valparaíso, los porteños imitan la mesura y la disciplina de David Pizarro. En San Antonio, la picardía y la fluidez goleadora de Humberto "Chupete" Suazo.

En los barrios aún paupérrimos de la Región Metropolitana juegan en predios de tierra y rearman las emulaciones de Arturo Vidal, hoy multimillonario y famoso en Italia. O la vehemencia de Gary Medel, fiero en todos los campos del fútbol. Muchos jóvenes quieren ser como el arquero Claudio Bravo, quien alcanzó la tribuna de la fama en Barcelona, acaso el mejor equipo del mundo.

En Colo Colo y en la Universidad de Chile esperan sueldos con muchos ceros a la derecha y no la miseria en que nació la mayoría.

Aplausos, vueltas olímpicas, portadas policolores en suplementos de deportes.

Antaño los jugadores adquirían cierta fama en el barrio y ahorro para algunos pocos años. Nada más. Hoy, son dueños de caballos fina sangre, departamentos en Italia, España e Inglaterra.

Antes, unos recortes en tablas que dividían las piezas. Ahora, son propietarios de automóviles de gran lujo y conviven con rubias de tinturas brillantes y de exuberancia aumentada con silicona.

La Copa América contiene un trago dulce que todos quieren beber. La selección de camiseta roja jamás la ha ganado y corren las esperanzas por O'Higgins, la provincia huasa, y Curicó, la tierra de las tortas y el sabor de los vinos tentadores, como en las regiones aledañas.

En Concepción, bajo la lluvia, muchos anhelos para obtener victorias en el torneo continental.

En Temuco, Osorno y Valdivia, entre bosques, volcanes y lagos, capturan ideales para el campeonato que nunca ha entregado la alegría mayor.

Más allá de Chile continental, casi no se juega fútbol.En Chiloé, Coyhaique y Punta Arenas ya se enfría el fervor, pero la televisión expande el entusiasmo.

El fútbol une, como diría Julito Martínez, aunque a veces hay atisbos de racismo y de discriminación. Todos anhelan el brindis con la Copa de la Esperanza.

Ingeniería Industrial, ¿Una ingeniería acorde a los nuevos tiempos?

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Si quisiéramos definir el área de conocimientos de la Ingeniería Industrial , podríamos quedarnos simplemente en la palabra Ingeniería, como la aplicación profesional de la ciencia y todo el conocimiento humano para la optimización de los recursos naturales, en beneficio tanto económico como social de la comunidad.

Por otro lado, la palabra Industrial involucra todo aquello que está asociado a procesos y actividades que tienen como finalidad transformar las materias primas en productos elaborados de manera masiva en bienes materiales o inmateriales, como fueron llamados antiguamente los servicios.

No obstante lo anterior, podría aventurarme en una definición genérica para la profesión que se ha desarrollado al alero de esta área; primero, afirmando que más que una disciplina, que por esencia se orienta hacia su propio desarrollo, la Ingeniería Industrial busca su crecimiento más allá de sí misma y opera como una "integradora" de las distintas disciplinas y tecnologías existentes. La Ingeniería Industrial, de esta manera, debe tener un carácter transdisciplinario, técnico y cercano a las ciencias experimentales, para que así no sólo englobe aspectos de la gestión empresarial y la producción, sino también la de otros variados campos disciplinarios.

Esto último es relevante, ya que la unidisciplinariedad se origina a partir del proceso de acumulación y clasificación de conocimientos especializados, que en el siglo XIX permitieron encontrar soluciones específicas, implicando el análisis, interpretación y explicación de un fenómeno desde una perspectiva única, asumiendo que los parámetros y variables exógenas se mantienen inalterables.

Durante el siglo XX, sin embargo, surge el concepto de multidisciplinariedad, como una mezcla integradora de distintas disciplinas, donde cada profesional involucrado colabora en pos de objetivos comunes, en forma de colaboración mutua y acumulativa, pero no interactiva, normalmente bajo la descomposición del problema en subproblemas unidisciplinarios y la consecuente agregación de sus subsoluciones obtenidas en forma independiente, en una solución integral que no garantiza la solución al problema en su totalidad.

Esto dio origen, junto con el pensamiento sistémico, a la pluridisciplinariedad, que no es más que la unión no integrativa de disciplinas cercanas, que conservan sus métodos y modelos propios, como ocurre en la multidisciplinariedad, pero en la que se busca mejorar la relación entre ellas, existiendo una complementariedad entre las disciplinas, sin la existencia de sistematización o integración.

Posteriormente, a estos enfoques, surge el reconocimiento de la interdisciplinariedad, donde el problema no se descompone disciplinariamente, sino que se trata como una totalidad por profesionales de diferentes disciplinas, los que trabajan en forma coordinada para obtener la solución al problema global, entendiendo la necesidad de transferir métodos de una disciplina a otra en pos de un propósito común.

Otro enfoque a tener en cuenta es la intradisciplinariedad, la que entendemos como las interrelaciones dentro de una disciplina en función de su lógica interna; y la transdisciplinariedad, que asume que los sistemas son complejos y abiertos, y el problema es considerado como un todo en el que los diferentes campos se entrelazan.