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"Sinsajo, parte 1": La tentación de jugar con dos películas

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De las sagas amoroso/juveniles/heroico/fantásticas la desarrollada en torno a "Los juegos del hambre" resulta de las más interesantes vistas en pantalla.

Lo anterior se explica, quizás, en que la autora de las novelas originales, Suzanne Collins, construye un relato de carácter irónico. A la vez representa bien los miedos y anhelos de un segmento de la población -los jóvenes- obligados a cargar con el peso de la sociedad. Son vistos como salvadores de un mundo de carácter distópico (hablamos de una sociedad ficticia e ingrata). Finalmente, "estrellas" y líderes de lo que podemos definir como una acción política, por sobre el acto terrorista.

Como en Kafka o el Orwell de "1984", o la sociedad futura imaginada en "Metropolis" por Fritz Lang; "Los juegos del hambre" constituyen un discurso fundado en la mirada de personas que aún creen en el ser humano. Del otro lado, el sistema actúa por su propia conveniencia, vigilante y dictador en sus actos. La rebelión se hace inevitable. Claro que acá aquello no pasa por un sentido anarquista -eliminar toda forma de Estado-, sino por la salvación del ser humano.

Ahora, y más allá de las novelas, lo que nos debe interesar es la película dirigida por Francis Lawrence, el mismo de la entrega anterior, "En llamas" (2013).

Un dato no menor, es que Lawrence también está detrás de proyectos para televisión como "Touch". Esta serie de 2011 se enfocaba en la desesperación de un padre (Kiefer Sutherland) que pareciera sentir la imperiosa necesidad de salvar el mundo de una compleja conspiración.

AQUÍ HAY PERSONAS

Entre aquel líder familiar y el personaje interpretado por Jennifer Lawrence (Katniss Everdeen) hay puntos comunes, partiendo por ese empeño de sentirse los salvadores contra circunstancias totalmente adversas. Y éstas se complican, por lo que el laberinto interior y exterior se torna en una trampa compleja.

Es lo que le ocurre a Katniss en esta primera parte de "Sinsajo". Ella se va a enfrentar a la terrible sensación de ver quebrada su relación amorosa con Peeta. Éste se encuentra en el otro extremo de la pantalla (allí los sentimientos son un show), convertido en una máquina de matar.

Del lado de los "buenos" está Katniss y los suyos. Desde la presidenta para abajo creen en ella de manera incondicional. Es el pueblo (los oprimidos por el dictador interpretado por Donald Sutherland) el que deposita sus esperanzas en esta joven con arco. Claro que ella también se presta a los juegos de las apariencias, tan bien representado en el equipo audiovisual que registra sus acciones como si fuera parte de una reality.

Francis Lawrence plantea una primera parte de diálogos, momentos y secuencias de acción que vectorizan (adelantan) lo que se puede venir. Ahí, digamos, se extraña la conclusión final -vendrá en la segunda parte- de una trama que sigue siendo interesante en un cine cercano a la estética de la copia.

Creemos que este tercer largometraje de la saga pudo ser mucho mejor si los encargados de la producción ejecutiva no hubieran optado por dividirla en dos.

Por más que los seguidores de la obra literaria encuentren que la adaptación se logra, la obra proyectada en película se hubiera visto bien en tres horas y no en dos partes de dos. Es que si algo le juega en contra a "Sinsajo" es el exceso de diálogos: pudieron evitarse en favor de acciones (y avances) concretos. Sin embargo, también se entiende la necesidad de ellos, al contar con una galería de personajes -hay perfiles y motivaciones- bien pensados para el cine.