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No han sido días fáciles para el gobierno. Asediado por una oposición a la que le resulta más fácil la crítica que el acuerdo en la propia Alianza, el régimen acusa una caída en las encuestas. No está claro si es más la desaprobación que la aprobación (Adimark) o persiste el empate (encuesta Universidad Diego Portales). Pero es un hecho que se ha producido una caída importante.

Más difícil que verificar estos datos es la tarea de encontrar responsables, lo que al fin de cuentas es la mejor manera de avanzar en la recuperación.

La lista de acusados es larga y depende de quién la haga. La Democracia Cristiana apuntó sus socios comunistas y socialistas en la Nueva Mayoría. La oposición (RN y UDI, sobre todo esta última) aviva el fuego. Con frecuencia se oyen cantos de sirena para atraer a su lado a quienes no estaría conformes, por ejemplo, con la reforma educacional. Por su parte, los sectores más extremistas del movimiento estudiantil se mantienen firmes en su crítica porque se estaría "traicionando" el programa.

La Presidenta ha asegurado su convencimiento de que no hay crisis. Pero trata de cerrar filas, pidiendo a los ministros que trabajen más y que se dediquen a explicar lo que se está haciendo. Rechazó enérgicamente los rumores de cambios, desde ministerios hasta la Intendencia de la Araucanía.

Lo que está claro, un cuarto de siglo después de la elección de Patricio Aylwin, es que es inevitable algún desgaste en el apoyo a los gobiernos de la Concertación y ahora de la Nueva Mayoría. Pero sería un error ver solo la botella medio vacía. Los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y Michelle Bachelet han sido ejemplos de estabilidad. No han faltado tropiezos, pero ha habido voluntad de seguir adelante con el ideario forjado a partir del Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia, firmado en 1985.

La ampliación de la Concertación era inevitable tras el triunfo de Sebastián Piñera. Lo difícil era cómo lograrlo. La fórmula que se encontró fue el pacto de la Nueva Mayoría, que sin duda tiene menos coherencia. Por ello mismo, hoy es hora de reforzar los partidos y los acuerdos. Desde los tiempos de Rousseau, hay conciencia de que la vida en sociedad exige acuerdos y convenciones: "Puesto que ningún hombre tiene por naturaleza autoridad sobre su semejante, y puesto que la fuerza no constituye derecho alguno quedan sólo las convenciones como base de toda autoridad legítima sobre los hombres".

Estas "convenciones" están en la base de todo ordenamiento democrático. Incluyen acuerdos sobre la estructura del Estado, la organización e independencia de los poderes. Y, al mismo tiempo, exigen disciplina y lealtad internas. Es lo que diferencia un partido de una montonera.

Los medios de comunicación han informado que trabajadores y dueños de restaurantes de Providencia hablan ya de más de 800 despidos, debido a la normativa impuesta por el municipio mediante la cual se establecieron horarios de cierre para locales nocturnos y botillerías en cinco puntos clave de la comuna.

La determinación que encabezó la alcaldesa Josefa Errázuriz junto al concejo municipal, se tomó luego de realizar unos 24 cabildos junto a los pobladores de esta comuna, según lo precisó la misma jefa comunal. En otras palabras, la autoridad quería poner de relieve la voluntad y calidad de vida de los vecinos de su comuna, versus las empresas y negocios asociados al entretenimiento nocturno en el sector.

Los hechos se vieron también condicionados por casos policiales registrados en los últimos años, que se asociaron al consumo de alcohol y a la diversión en locales del sector.

El caso de esta comuna de la Región Metropolitana debería servir de referente a la hora de tomar decisiones en otros puntos del país, no sólo al estudiar eventuales cambios de horario para el funcionamiento de negocios y el expendio de bebidas alcohólicas. Debería serlo también para buscar una organización territorial que permita en las ciudades el funcionamiento de estos locales nocturnos sin que esto entre en conflicto con la calidad de vida de los vecinos.

Hace algunos años, distintas ciudades del país comenzaron a pensar en "barrios bohemios". Hoy son pocas las que tienen sectores que funcionen efectivamente bajo esas características, tomando en consideración aspectos como la seguridad, la accesibilidad y el deterioro de la calidad de vida de los vecinos. Muchas veces estas intenciones y proyectos se ven condicionadas con conductas como el abuso del alcohol o de las drogas. Son las consecuencias asociadas a un problema cultural y conductual, que llevan a que se tomen decisiones como las de esta comuna en la Región Metropolitana.

Estas controversias se pueden anticipar con una planificación adecuada y con políticas de control como las que el Estado ya ha iniciado con la peligrosa mezcla de alcohol y conducción.