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Kramer revela su lado íntimo en show "liberador de culpas"

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Mientras buena parte de los artistas nacionales se aferran con uñas y dientes a unos minutos en pantalla y le sacan el mayor provecho a la popularidad del momento, Stefan Kramer insiste en ser un profesional de paso lento pero seguro. Eso, aunque las ofertas le lluevan. Incluso, tras el éxito (más de público que de críticas) de su segunda película, muchos se preguntaban en que estaría el comediante. Para los penquistas esa duda quedará disipada entre el 9 y 13 de diciembre en el Teatro Marina del Sol con el espectáculo "Mil disculpas", en cuya realización trabajó durante los últimos 10 meses.

Ayer el imitador estuvo en nuestra ciudad para brindar un adelanto de su próxima temporada. "Este espectáculo ya tuvo algunas funciones y ha gustado muchísimo, por lo que podría decir que lo traigo 'aceitadito'", dijo.

"Es un trabajo de mucho ritmo. Es la historia de una persona que se siente culpable por todo, por lo cual va a entregarse a Carabineros: allí se topa con Schiapacasse y Claudio Palma, quienes le recomiendan una 'cárcel de culposos'. Al llegar me encuentro con muchos personajes famosos. En la celda me tocan Arjona, Alexis Sánchez y Jorge González, con quienes planeamos una fuga. Finalmente, los pillan y son sometidos a un 'culpómetro' muy divertido", reseñó.

ALREDEDOR DE LA CULPA

En la escenografía aparece una pantallas 3D que permite avanzar en esa aventura, con trucos para que los personajes interactúen. "La tecnología está súper bien integrada a la historia, hay muchísimo trabajo en este proyecto", destacó.

- Son varias cosas que llegan con los años. Hay cambios en todo sentido: en tu manera de relacionarte con el mundo o la capacidad de reírse de uno mismo, pero de verdad. Hoy trabajo en algo independiente después de ser criado de forma tradicional. La idea era seguir una carrera normal y terminé en el arte, aunque con la disciplina que me inculcaron mis padres. Pero están los tiempos libres, los horarios flexibles. Uno queda a la deriva en cuanto a tomar decisiones, hay una autoexigencia que al final te castiga, te obliga a cumplir con las expectativas. Te tomas todas las críticas muy en serio y te sientes algo agobiado. Uno intenta ser políticamente correcto hasta que un día te cansas. Eso motivó este espectáculo, fue decir: vengan a conocerme, sepan quién realmente soy, si soy entretenido aparte de las imitaciones. También coincidió que empecé a realizar algunos monólogos sobre la pareja, con los que muchos se sentían identificados. Fue un impulso a seguir explorando mi propia intimidad, lo cual también me trajo algunos problemas con mi mujer. Es un show más pensado en los adultos, los matrimonios.

- Para nada. Algo que he aprendido con los años es controlar la pretensión. Si la reflexión no está en servicio de la historia quedas como un tipo que viene a dar charla y consejos. Lo que hago es hablar desde mí, de lo que me pasa. Si el resto empatiza con mis desgracias y todo juega a favor de la trama, entonces la labor está cumplida. Esto pasa por una noche en que nos reímos todos.

- Sinceramente, yo empecé a dedicarme a esto por Arjona, escuchaba el 'Historias' y lo encontraba entretenido. Como seguidor también hallo absurdas algunas de sus frases, pero qué le voy a hacer. No por eso voy a ocultar lo que pienso, aunque perdonando su mala poesía. Con Alexis pasa más por el lado de las exigencias de todo los días, que un día te echan del Barcelona, y resulta que ahora lo extrañan; que si metes un gol eres héroe y si no, un villano. Pasa lo mismo con un show que resultó exitoso y otro que pasó sin pena ni gloria.

- Aparece algo, como el caso de Larraín, aunque lo cierto es que la experiencia política con la fase de Ciudadano Kramer no me convenció lo suficiente. No me provocó una buena sensación, ni ganas de volver a eso. Encontré que a la gente no le interesa tanto, no se meten en el día a día, y lo cierto es que yo tampoco soy de esa onda.