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Esperando justicia

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Un informe dado a conocer hace unos días por Carabineros - tras analizar una treintena de cámaras de seguridad- estableció que Sergio Landskron, el joven que murió luego de que le explotara una bomba en el barrio Yungay, de Santiago, recogió la mochila con el artefacto en la puerta de la Asociación Nacional de Funcionarios Penitenciarios. La Fiscalía, por su parte, confirmó que la madrugada del 25 de septiembre éste resultó ser una víctima de este artefacto y la primera víctima fatal de un atentado explosivo en democracia.

El hecho sigue impactando a nuestra sociedad y dejando espacios cada vez más amplios para la reflexión, en torno a una muerte inexplicable e injustificable. Las circunstancias que rodearon esta tragedia hicieron que la figura del joven que vivía en la calle, transitara por un camino que lo llevó, al principio de sospechoso, para terminar siendo prácticamente un mártir. Finalmente, fue él quien perdió la vida, cuando el objetivo del atentado aparentemente eran dependencias de la asociación gremial de funcionarios de Gendarmería.

Es tan importante como urgente que el Estado pueda hacer justicia, investigando un hecho que ha sido muy doloroso por sus conocidas circunstancias y características. Después de lo ocurrido en la zona comercial de la Estación del Metro en Escuela Militar, donde también una bomba estalló, en su oportunidad, sin dejar víctimas fatales, el país necesita que la tranquilidad retorne y este tipo de atentados no se repita. Este tipo de acciones no se pueden instalar en Chile.

Pero junto con ello, también es importante que nuevamente estos delitos y los episodios que ha vivido el país de la mano de atentados explosivos, sean abordados con cautela y evitando que la sociedad haga juicios que más que aportar, pueden desviar el sentido y la atención que se le debe asignar a estos ataques. Lo que ocurrió con Sergio Landskron es un ejemplo de lo controvertido que puede ser aventurar juicios, algo lamentablemente recurrente en nuestro país.

Las instituciones deben funcionar en todas las direcciones para estos casos, desde la prevención hasta la resolución y la aplicación de la necesaria justicia. Y junto con ello, devolver la tranquilidad a una familia que sigue pasando por difíciles momentos.

Diplomáticos sin control

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La historia de Chile registra notables ejemplos de embajadores del más alto nivel. Claude G. Bowers, quien representó en los años 40 y 50 a Estados Unidos, en Santiago, realizó una excelente gestión en años difíciles. Protagonizó numerosos anécdotas, pero solo habló de ellas después del término de su misión. Su libro, "Misión en Chile", lo muestra como un observador perspicaz. Nunca, sin embargo, puso su carrera en peligro por hablar de más.

Durante la dictadura, muchos embajadores extranjeros corrieron el riesgo de ser expulsados de Chile por ayudar a las víctimas de la violaciones a los derechos humanos, Y, por supuesto, ha habido numerosos representantes chilenos que han dejado huellas profundas más allá de nuestras fronteras.

Cada uno de ellos representó a nuestro país, según los cánones tradicionales de la diplomacia. Lo explica el autor Luis Melo Lecaros, en "Diplomacia contemporánea. Teoría y práctica":

"La diplomacia es la primera línea defensiva del país, de su seguridad e integridad territorial, de sus intereses y aspiraciones legítimas y su acción debe inspirarse en el más puro patriotismo…"

A estas alturas, es evidente que la confirmación en su cargo del embajador chileno en Uruguay, pese a sus destempladas expresiones en una entrevista, no fue la mejor solución. A pesar de los precedentes -casos en que sí se aceptaron renuncias- Eduardo Contreras seguirá representando a nuestro país.

El Ministerio de Relaciones Exteriores, en un intento por superar el problema, declaró que el caso no sentaba precedentes. Y, además, emitió una circular recordando que los diplomáticos no tienen opiniones propias… salvo que renuncien.

No pasó mucho tiempo, sin embargo, cuando los pasillos del edificio que antes ocupó el Hotel Carrera, volvieron a llenarse de rumores y cuchicheos. La agregada cultural en Estados Unidos, Javiera Parada, reaccionó con fiereza ante la situación del ex alcalde Cristián Labbé, detenido por el caso Tejas Verdes. Lo hizo vía twitter, señalando que "Labbé alega el 'debido proceso' que negó a tantos chilenos". Agregó, además, otros duros conceptos contra Lucía Hiriart y El Mercurio.

A la UDI -partido en que milita Labbé- esta opinión le pareció excesiva, pero el jefe directo de Javiera, el embajador Valdés, la apoyó sin reservas: "Considero a Javiera Parada una profesional de gran capacidad de trabajo y amplia trayectoria en el mundo de la cultura. Me congratulo de contar con su aporte". Aseguró, eso sí, que oportunamente hizo llegar a Parada las instrucciones de la Cancillería.

Van dos salidas de madre. ¿La tercera será la vencida?